domingo, 9 de junio de 2013

Tiempo de cambios

Como suele decirse todo tiene su momento, su tiempo, su motivo, su límite.
El tiempo de compartir historias y cuentos infantiles, educativos y emocionales ha terminado.

Os invito a conocer mi nuevo blog sobre el mundo de la creatividad, sus Sastres y sus DeSastres.
http://desastrecillavaliente.blogspot.com


lunes, 31 de diciembre de 2012

Última nota del año




El alma es una parte de importante en los instrumentos de cuerda frotada y pulsada.
En los instrumentos de arco (violín, viola, cello, contrabajo, etc.) es una varilla cilíndrica de madera que se coloca de forma perpendicular a las tapas del instrumento, por el interior y por debajo del puente, y que soporta el peso de la presión de las cuerdas tensadas. Cuando el alma está floja el mástil se dobla ligeramente debido a la tensión de las cuerdas.

***
Se oyó un intenso suspiro, un suspiro cálido, cercano y emocionado, un suspiro en tiempos marcados, luego, suavemente, todo quedó con un silencio blanco.

Un oboe inició un desfile de intensas notas, profundas y coloridas. Al oirlas, los presentes quedaron emocionados. Dos violines, muy bien afinados, continuaron en un baile de partitura sencilla, con diferentes latidos en sus cuerdas de sonidos elevados. Por entre la melodía surgió solitario y elegante un clarinete con el delicado silbido del viento lento y prolongado, un suspiro de sedas musicales acarició lentamente la piel, el pensamiento y los labios. A continuación un regio piano se impuso durante unos minutos con una magnífica interpretación de cómo se siente por dentro la tristeza, el dolor, la ausencia o el desamparo. Los últimos compases fueron hechos con la melodía suave de un viejo instrumento de madera, de muchos años. Pero en su última nota algo sorprendió, salió de él un largo e intenso lamento, un quejido musical prolongado, como cansado, más bien exhausto. Tras ese instante, todo sonido se fue apagando. 

Al día siguiente nadie comentó nada, el suceso no se hizo eco, como solía ser costumbre, en los principales diarios. Aquella última nota... había desentonado tanto que afeaba demasiado un evento de esas características, mejor no comentarlo.

Sin embargo, varios días después un escrito en un periódico local desarrollaba la noticia de esta manera:

"Magnífico concierto de NocheBuena, digno del nacimiento de un Niño Dios. Su última nota, con un sonido envolvente y extraordinario ha descendido de los cielos para posarse en unas manos. Se nota que su creador con un infinito cansancio de años entregaba, en esa última nota, el alma sabia y reposada de aquel viejo Stradivarius". 
***

Y así termina esta historia, como terminan las bellas historias, con una Lágrima chiquitina y una especial y sentida última nota del año.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Para todos los que veis estrellas

Para todos los que veis estrellas... incluso cuando no las hay.


Sabía que era su estrella... 
así que tiraba y tiraba de ella;
un pedacito de felicidad,
de luz,
de color,
de alegría,
había dentro de su estrella
*
había dentro de su estrella
de alegría,
de color,
de luz,
un pedacito de felicidad,
así que tiraba y tiraba de ella;
Sabía que era su estrella...

¡!Felices Fiestas, Fiestas Felices¡!

sábado, 1 de diciembre de 2012

Por si este mundo termina


Este año las Navidades me han llegado más temprano de lo normal y mi espíritu ya está contagiado de luces y campanitas. Pero este año hay nueva y extraña noticia. El mundo se termina el 21 de Diciembre. Yo, tan despistada como es habitual en mi, creí haber oído que era un mes antes la fecha de tal catástrofe y me dispuse a abandonarlo pensando en todos mis seres queridos haciéndolo con un sonrisa (me resultaba innecesario decir a las personas que quiero que las quiero, las que me han conocido y me conocen de verdad, lo saben, el resto sólo me pide, exige o duda). Durante unos cuantos días leí y sentí, y repasé escritos y cuentos e imágenes, miré fotos, videos,  navegué por blogs, dejando en cada lugar, muchas veces sin palabras, mi mirada y mi sentir. Quería llevarme en mis ojos y para mis adentros todo lo más bello de esta vida que me ha tocado vivir.
Y entonces entré en el blog de AsereT y me quedé conmovida por un texto. Pedí permiso a la autora para traerlo aquí. Iba a ser mi despedida en ese 21 de Noviembre en el que todo terminaba...

Pero ese mismo día me enteré de mi error. Me he equivocado de fecha, pensé... pero no de texto. Luego sonreí, recordando que acababa de felicitar a mi cuñado por su cumpleaños como si fuera el último cumpleaños que iba a felicitar a cualquier persona de este mundo, jeje. Así de desastre soy.
Comienza Diciembre y aquí os dejo mi particular despedida del mundo, surgida de las manos de una persona muy, muy, limitada por fuera pero increiblemente intensa y viva por dentro. Ya no me importa que el mundo termine hoy o en cualquier fecha de cualquier año yo me llevo por dentro mis luces y mis campanitas y no necesito más.

Fechas preciosas de casualidades, causalidades, destinos y motivos han compartido mi vida tantas veces y de tantas maneras que se han hecho costumbre en mi, y se irán conmigo cuando yo me vaya, son el mejor equipaje de pensamiento que me podría llevar.

Me he permitido ponerle mi particular título a este bello texto para deciros que crezcais siempre más y siempre hacia las estrellas, pues eso somos, bellas estrellas y en eso nos vamos a convertir tarde o temprano.

POR SI ESTE MUNDO TERMINA...
Ten calma, desacelera el ritmo de tu corazón silenciando tu mente.
Afirma tu paso con la visión del futuro.
Encuentra la calma de las montañas.
Rompe la tensión de tus nervios y músculos
con la dulce música de los arroyos que viven en tu memoria.
Vive intensamente la paz del sueño.
Aprende a tomar vacaciones de un minuto,
al detenerte a mirar una flor, al conversar con un amigo,
al contemplar un amanecer o al leer algunas líneas de un buen libro.
Recuerda cada día la fábula de la liebre y la tortuga,
para que sepas que vivir más intenso no quiere decir vivir más rápido
y que la vida es más que aumentar la velocidad.
Voltea hacia las ramas del roble que florece y
comprende que creció grande y fuerte porque creció despacio y bien.
Ten calma, desacelera el paso y echa tus raíces en la buena tierra
de lo que realmente vale, para así crecer hacia las estrellas.

HELLEN KELLER (ciega, sorda y muda de nacimiento)

Podéis ver la entrada original de este texto con su título aquí

Y os dejo un enlace a una música que acompañe, porque quizás sea antes, un 25 de Noviembre, cuando para otras personas también se terminen y comiencen otros muchos mundos... y así debe ser.

HUECCO Y HANNA - Se acabaron las lágrimas.
http://youtu.be/2WO55sMR8rg



sábado, 10 de noviembre de 2012

Los dos lados de una cuerda

A veces las personas luchamos por los sentimientos, por la gente que nos importa sin darnos cuenta en nuestro esfuerzo que tal vez estemos luchando solos, que tal vez a nadie más que a nosotros le interese luchar.

Pero aún así seguimos esforzándonos, dándolo todo, entrega, ilusión, ganas de cambiar el mundo y las injusticias que hay en él y un buen día cansados, más bien exhaustos de no haber conseguido nada, dejamos de sostener la cuerda de nuestros sueños, de nuestras motivaciones, pensando, con ingenuidad, que habrá alguien, al menos una sola persona, que tome el relevo, que nos dé el aliento suficiente para recobrar las fuerzas y seguir luchando. Pero nada hay, nada llega. Porque entretenidos en luchar, en emplear nuestras fuerzas, en desgastarlas para mantener a las personas que apreciamos a nuestro lado, no llegamos a comprender que tan solo es eso, nuestro solitario esfuerzo por algo que nadie más comparte.

Y cuando llega ese duro momento de darnos cuenta de la realidad, de un solo golpe comprendemos que el tiempo que empleamos tan solo nos sirvió para entretener nuestra mente, resistiéndonos a aceptar que esa lucha a nadie más motivaba.

A veces las personas luchamos con palabras dejando a los demás que luchen por nosotros a su forma. Y cuando ya no podemos percibir que haya nadie al otro extremo de la cuerda luchando por nosotros, cuando nada podemos ya luchar, nada nos queda más que dolernos al comprender que en esa lucha ibamos solos, tan solo apretaba nuestra mano una ilusión, que se suelta, se desvanece y se escapa, cada vez con más vergüenza, entre los dedos de la incomprensión.

Una vez leí este texto de una bloggera: "porque sólo escribimos para que nos quieran más".

Desde ese día yo escribo mucho menos y entiendo mucho más. Nadie merece la pena tanto como uno mismo, cuando al otro lado sólo tensa la cuerda... el silencio.

---------------------------------

Dedicado a Beén y a su reciente desengaño de amistad, cielo el mundo está lleno de personas grandes, no te esfuercer por las insignificantes. No sé si leerás esto, pero no importa sé que de alguna manera te llegará :-)

También dedicado a todas esas personas que creen que la cuerda sólo ha de sostenerse por un lado para que se mantenga firme o, lo más triste, que nunca podrían tensarla porque se han vuelto personas "pequeñas".


jueves, 1 de noviembre de 2012

Descanso al Sol


Y descansa...
Tras un baño, la piel humedecida,
el frescor como sensación,
el arropo entre cálidas piedras,
en donde se siente
más oso, más animal,
más suyo.

Y descansa, al Sol,
porque no puede ser de otra manera.
La sencillez de la tarea bien hecha.
Los ruidos no llegan, 
el griterío no le confunde, 
nada le inquieta.

Y descansa.
Porque no puede ser de otra manera.
Entre su pelo se adormecen 
gotas de paz.
C.M.

domingo, 1 de julio de 2012

Magia para ser feliz

Hubo una vez un juego de magia. Decían las lenguas curiosas que había caído del cielo y quien lo jugaba se volvía inmensamente feliz y ya no tenía que volver a preocuparse por su felicidad el resto de su vida. Así que se podrá comprender todo el mundo quisiera jugar a ese juego.


Nadie sabía el porqué de ese juego, pero las reglas eran sencillas, se tiraban dos dados sobre una mesa tres veces. Si en alguna de las tiradas los puntos de los dados sumaban menos de 10 esa persona experimentaba un regocijo increible y comenzaba a ser feliz, a tener suerte y a irle todo bien en su vida. Algunas personas ya habían podido experimentarlo y era una sensación increible. Si no se conseguían menos de 10 puntos se tenían tres tiradas en 365 oportunidades, todo un año y 1095 intentos para lograrlo. Por pura probabilidad estaba garantizado conseguir tal puntuación sin que pasara mucho tiempo y volverse feliz para siempre.

Pero había un problema. El juego sólo lo disfrutaba un vecino de ese pueblo cada año. Para el relevo de cada año había una única norma: la persona que optaba a conseguir el juego debía demostrarle a los demás que, al menos una vez en la vida, aunque fuera un instante, había sido realmente feliz.

Terminado el año, para decidir quién iba a ser el nuevo poseedor de ese juego se hizo un nuevo concurso. Acudió todo el pueblo muy animado a contar ese momento de sus vidas en que habían sido muy felices. Uno dio un paso al frente y dijo: yo recuerdo haber sido muy feliz una vez que estando en el campo de pura casualidad me encontré una moneda medio enterrada, era de oro, el hallazgo me hizo sentir muy feliz por inesperado y valioso. Todos aplaudieron la historia. Entonces otro se adelantó y dijo: pues yo recuerdo una vez que consegui trepar a lo más alto de un árbol, fue dificil, me herí las manos con las punzantes hojas de las ramas, pero no desistí y cuando me vi arriba, en la copa, me sentí muy feliz por haberlo conseguido. De nuevo hubo aplausos. Se aproximó un tercero que habló de esta manera: en cierta ocasión yo ví un pájaro mal herido, a punto de morir, lo recogí lo cuidé y con lo poco que sabía sobre los pájaros lo curé. Pensaba que moriría pero un buen día lo vi revoloteando por mi habitación y ese aleteo de vida fue un momento de felicidad irrepetible. Los aplausos en ese momento se intensificaron.

Tras varias historias más y muchísimos más aplausos de repente un pordiosero salió de entre la multitud y dio un paso al frente.

- ¿Quién eres tú? le interrogó un vecino.
- Uno que cree tener una historia digna de ser escuchada, dijo el pordiosero algo nervioso.
- ¿Estás seguro de ir a contarnos una historia que realmente te haya producido felicidad?, le dijo el habitante del pueblo mirando sus ropas con desprecio y con cierta desconfianza en sus ojos.
- Si, dijo temblando el hombre.
- Bien, tú mismo, entonces cuenta tu historia.

El pordiosero, levanto sus manos hacia los allí reunidos y les dijo:
- Bueno yo... en realidad no soy nadie para nadie, no tengo nombre, no tengo casa, no tengo familia, no tengo amigos, no tengo estudios, ni dinero, ni posesiones. No pido ni espero nada de nadie, tampoco nadie me espera; no comprendo mucho cuando me hablan, no sé leer, ni escribir, oigo y veo poco, sólo como una vez al día lo poco que me ofrecen las buenas personas, no tengo inteligencia ni capacidades, jamás he tenido suerte en mi vida, a veces pienso que incluso ni sé pensar. No busco nada, tampoco encuentro nada, nadie me llama ni piensa en mi, ni me dice hola o se molesta en decirme adios, soy ignorante e ignorado; no puedo trepar a ningún arbol ni montaña porque mis piernas son muy débiles, estoy enfermo, camino muy despacio, a veces ni puedo moverme, soy muy viejo, no puedo curar animales porque no sé ni curarme bien a mi mismo, no tengo bonitos recuerdos, solo tristeza en mi vida desde que mi memoria alcanza, por no tener no tengo ni siquiera razones para vivir más. Y diciendo esto bajó sus manos y se calló.

Todos comenzaron a murmurar entre ellos, pues nadie entendía qué significaba aquello, ¿qué quería decir? ¿porqué entonces había dado un paso al frente? ¿eso era lo que ese hombre creía que era la felicidad?

- Y entonces, ¿porqué has dado un paso al frente? se atrevió a replicarle un vecino.
- Este es el concurso anual para conseguir ese juego que produce felicidad ¿verdad?.
- Sí, - le dijo el vecino, - pero para conseguirlo has de aportar algo que nos parezca que te ha hecho muy feliz en tu vida.

- ¿Muy feliz? repitió el hombre mirando a todos los presentes con mucha nostalgia en sus ojos. Bueno, no sé bien porqué, pero ahora mismo tengo un nudo en mi garganta, manos sudorosas y unas inmensas ganas de reir y llorar, si yo pudiera conseguir... si fuera posible ... algo que llevo callado y deseando todos estos años de vida... 

- ¿Qué es??? - gritaron todos excitados a un mismo tiempo.
- Yo tuve ese juego en mis manos hace 30 años, lo intente muchas veces, apenas dormí intentándolo, no lo conseguí... Quisiera por favor, tener una nueva oportunidad, me haría inmensamente feliz volver a intentarlo... ¡PODER VOLVER A JUGAR!.
Es que ... - añadió con un hilo vibrante de voz - ¡ya he aprendido a SUMAR!

Todo quedó en silencio. Los asistente pudieron ver que en los ojos de aquel hombre había un brillo de ilusión, motivación y esperanza como jamás nadie había visto. La emoción del momento duró varios minutos en que cada cual se puso a pensar su propia vida y sus circunstancias y sin darse cuenta cada persona comenzó a entender que tampoco su vida era tan mala, o tenía salud, o tenía casa, o tenía familia, a tenía amigos, o tenía estudios o ganas de vivir... incluso si había alguno al todo le había ido terriblemente mal en su vida, si hubiera tenido la oportunidad de tener ese juego en sus manos... 

Todos, muy conmovidos, acordaron por unanimidad concederle ese año al prodiosero la nueva propiedad del juego y los aplausos en la entrega fueron tan emotivos, sinceros, alegres y duraderos que hicieron llorar al pordiosero de pura emoción y los presentes aún más. Y de repente sucedió algo verdaderamente mágico. Todos comenzaron a sentirse realmente felices y a bailar, reir y disfrutar. 


Realmente ese hombre era el primero al que le había caído del cielo ese juego y  vagaba desde entonces de mano en mano hasta poder encontrar a alguien que sintiera lo que era un momento verdadero de felicidad.

MORALEJA DEL CUENTO

Si tienes algo en tu vida, por pequeño que sea, ya tienes más posibilidades de ser feliz que el que nada tiene.


Si no tienes nada, si nada te queda, da un paso al frente, existen nuevas posibilidades: vuelve a intentarlo, es la esperanza y el deseo de lograrlo lo que produce felicidad.

C.M.

lunes, 11 de junio de 2012

Feliz 8 de Junio

Yo no sabía que SOMOS muchos, ni siquiera sabía que pertenecía a ese SOMOS, simplemente el 8 de Junio he salido, por pura intuición e intención, con algo puesto del revés... la tristeza :-(
y he estado feliz y sonriendo todo el día :-)



Os dejo el enlace en donde he visto este precioso video, como otros muchos textos y lecturas que hay en este maravilloso blog: Encuentos.com

miércoles, 16 de mayo de 2012

El universo de las motivaciones

Sobre esperas y motivaciones y tiempos perdidos, un buen ejemplo:




sábado, 17 de marzo de 2012

La historia de Tico y Ana


Hubo una vez en perrito, llamado Tico, color canela, de grandes orejas y naricilla oscura y muy pequeña.
Vivía con una familia que lo cuidaba y lo mimaba. Pero él se sentía muy triste porque su dueña Ana muchas veces se enfadaba con él. El no podía entender esos enfados, era un perro muy obediente, traía las zapatillas y siempre recogía su camita cuando se levantaba. De repente su dueña lo agarrraba por la correa y le obligaba a permanecer en una esquina sin moverse o lo encerraba en un balcón. Algunas veces era bastante brusca al hacerlo. Tico no entendía porqué pasaba eso, parecía una dueña tan maja...

Así que ante cualquiera de esos castigos simplemente aullaba y lloraba . Pero, era curioso, eso parecía que enfadaba a su dueña mucho más, era imposible entender por qué se comportaba así con él, - ¿por qué su dueña no podía escuchar su protestas y hacerle caso?, nunca entendía lo que le molestaba o sus necesidades- pensaba Tico.

Pero al otro lado la historia era diferente. Ana su dueña, estaba desesperada con Tico, parecía imposible que el perrito entendiera algo de lo que se le decía para mejorar su conducta. - Es muy rebelde,  -pensaba Ana, - le digo que se siente y no lo hace. Le llamo para comer y no atiende. Está siempre en su mundo, es muy rebelde, - repetía. - A veces me desespera tanto su rebeldía que le castigo para que aprenda, pero entonces se pone a aullar, no para, es muy molesto, no sé qué le puede pasar- concluía Ana.

Un buen día Ana decidió visitar a su amiga veterinaria Elsa para preguntarle por la conducta de Tico.
Después de contar las innumerables trastadas que hacía su perro y lo poco obediente que era, Elsa miró a Tico con ternura, que en ese momento estaba olisqueando su bata ajeno a todo y a todos, y le indicó: - ven Tico tengo algo muy rico para ti. Pero Tico siguió a lo suyo y ni se inmutó. Entonces le dijo a Ana:
- déjamelo un día y podré decirte por qué actúa así tu perrito.

Ana le pasó la correa a Elsa y marchó de la tienda ya mucho más tranquila. - Mañana sabré que le pasa a mi perro, - pensó Ana.

A la mañana siguiente Tico recibió a Ana moviendo con energía su rabito, se le veía más contento de lo normal, Ana se dio cuenta del cambio y le preguntó a Ana. - ¿has logrado averiguar porqué Tico se comporta así?.

- Ya lo creo - dijo Ana, - verás, tu perrito tiene un problema no muy común, no puede escuchar.

La dueña se quedó perpleja con la respuesta - ¿cómo no va a poder escuchar mi Tico con esas grandes orejas? ¡eso es imposible! - dijo con incredulidad Ana.

Entonces la veterinaria le explicó que había nacido con unos pequeños tapones en sus oídos que le cerraban
el pabellón auditivo y que eso era muy delicado y no se podía operar, por lo que su perro no iba a ser capaz
de oirle nunca.

Ana se quedó muy triste y preocupada con la respuesta. - Y... ¿cómo puedo hacer para que me atienda? - preguntó abatida.

Elsa miró a ambos con una sonrisa y simplemente dijo: - es fácil, debes hacer que te mire a la cara...

- Cuando llegues a casa, - prosiguió Elsa, - ponte en la cara una golosina, sujétala con un celo sobre tu nariz o en la frente. Luego deja a Tico que se acerque, la huela y la quiera y  después quítatela y dásela. Repite esto tres vez al día durante tres semanas luego ven a verme.

Ana se fue con Tico a casa e hizo lo que su amiga le indicaba.

A su vez Tico también andaba preocupado con el comportamiento de su dueña y le comentó a un Galgo, colega suyo que vivía dos pisos más abajo y con el que le gustaba salir a mear:
- ¿Qué podría yo hacer para que mi dueña me quisiera más? - dijo Tico.
- Tu dueña te quiere mucho, no seas bobo, lo que pasa es que tú eres muy rebelde y nunca le haces caso- concluyó el Galgo. - La próxima vez que tu dueña te dé una golosina o algo rico, para que se ponga contenta, simplemente lámele la mano. Eso les gusta mucho. A mi me funciona y me tienen a cuerpo de rey, dijo entusiasmado el Galgo.
- Así haré - dijo Tico a su amigo - espero que tengas razón y cambie todo.

Al cabo de las tres semanas Ana y Tico fueron a visitar a la veterinaria.

- Hola Ana, - dijo Elsa - ¿qué tal con tu perro?. - Fenomenal - contestó Ana entusiasmada. Ahora me hace caso en todo, siempre anda pendiente de lo que le digo, me mira y se sienta, me obedece mucho más y jugamos mucho, estoy muy contenta con él. Y a él lo veo distinto conmmigo, cada día más feliz, no deja de lamerme la mano, es divertido. Si alguna vez no me atiende, como ya entiendo lo que le pasa, me acerco y le doy una golosina y entonces ya vuelve a estar interesado en todo lo que hago. Me alegro - dijo Elsa, - como ves, todo era cuestión de saber lo que le estaba sucediendo realmente a Tico. Nada más.

Al otro lado de la historia el perrito Tico estaba entusiasmado con el comportamiento de su dueña, ya no le castigaban en una esquina y todos eran felices. Comentaba a su amigo el Galgo: - no sé realmente que ha podido cambiar, pero ¡tu truco ha funcionado! poco después de hablar contigo, una mañana, vi una golosina en la cara de mi dueña, una de esas golosinas ricas que tanto nos gustan a nosotros los perros, y luego ví otra y otra, siempre me las acababa dando. Yo hice lo que dijiste y le daba un lametón cada vez que me daba esa rica golosina. Ahora cada día que me levanto lo primero que hago es fijarme a ver si hay una rica golosina en la cara de mi dueña. Cuando estoy jugando miro a Ana, quizá vuelva a tener esa rica golosina encima de su nariz. Cuando me pone la correa, la miro otra vez, ella con la mano me dice que me siente y yo me siento... ¿quizás vea la golosina ahora?. Y cuando me entra el hambre la miro siempre. Incluso a veces, sin venir a cuento, de repente mi dueña me pone una golosina en la boca. Yo no paro de darle lametones y ¡es fántastico!, ahora vivo muy feliz, ¡no la pierdo de vista!, es que me gustan mucho las golosinas - le decía Tico a su amigo el Galgo.

Y así fue como Ana y Tico se llevaron cada vez mejor . A los dos se les olvidó por completo que no podían escucharse. Y es que, como le comentaba el Galgo entre su círculo de amistades: - con empatía, hay entendimiento y con entendimiento ¡hay lametones y golosinas siempre!.

C.M.