lunes, 31 de marzo de 2008

Naturaleza azul



The Scientist - Aimee Mann

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Había una vez un pájaro azul, era tan bello y tan grande ese pájaro que era la envidia de todos cuantos lo veían.¡Mirad el pájaro azul!, ¡mirad el pájaro azul!, decían los niños al verlo sobrevolando por encima de sus cabezas.Aquel pájaro estaba tan convencido de lo que era que no admitía que nadie menospreciara ni de una sola de sus plumas. Un buen día mientras volaba hubo un gran viento y aquel pájaro fue a caer en un enorme charco de barro por lo que sus alitas, su pico y todo su bello plumaje quedó totalmente deslucido con un feo color marrón.

El pájaro se sintió muy triste, pues no comprendía porqué en un segundo todo podía haber cambiado de aquella manera y donde antes había un pájaro bello ahora todo era lodo y barro.

Entristecido se acercó a un pequeño charco de agua reposada que había cercano a una fuente y al ver su reflejo comenzó a exclamar: ¡¡pero qué feo pájaro soy!!, ¡¡ya no soy bonito!!, ¡¡ya no soy un pájaro de bellas plumas!!, ¡qué desgracia!, ¡qué inorpotuno ese viento! ya nadie me querrá igual que antes.

Pero una niña que estaba sentada junto a la fuente al escuchar la voz de un pájaro triste que se estaba lamentando le preguntó con tono infantil:
- ¿porqué lloras?

El pájaro miró a la niña que le había preguntado.
- ¿Por qué crees tú niña tonta que puedo llorar con este aspecto?,- dijo el pájaro aún con el semblante entristecido pero manteniendo el orgullo.

La niña tan solo le dijo:
- pues no sé, yo no veo nada, la verdad es que no veo nada por lo que puedas estar tan abatido. Ven acércate y cuéntame qué te pasa.

El pájaro cabizbajo se colocó sobre el borde de piedra de aquella fuente para poder estar cerca del oido de la niña y le dijo con gran enfado:
- ¿Qué no ves nada? ¿tú eres boba? - dijo manteniendo un cierto tono de orgullo herido mientras se recorría con rabia todas sus plumas manchadas de lodo, - hay que ser muy estúpido para no ver que soy un pájaro que está hecho un trapo de horrososo, -concluyó cada vez más enojado.

- No, no veo nada, - repitió la niña convencida.- verás, veo que eres un pájaro, no careces de plumas, pues estás posado sobre el borde de esta fuente que está elevada soobre el suelo así que puedes volar, tu pico está sano y es fuerte porque me hablas mientras te recolocas las plumas y tienes un tono enérgico por lo que debes poseer suficiente carácter para no dejarte acobardar por nadie. Por tu voz diría que tienes una buena edad para haber volado lo bastante como para saber sortear peligros y reponsabilizarte de tu vuelo y ya no eres tan pequeño como para necesitar la supervisión de nadie. Te enfadas cuando te llevan la contraria así que tu estima no se ha resentido por ese percance e intuyo que tienes buen oido puesto que me has escuchado lo que he dicho desde el principio. Dispones de tiempo para ti mismo y para dedicárselo a los demás y por eso estás aquí lamentándote por algo que no sé bien qué es, porque es que de veras que yo no veo nada. No, la verdad es que no veo el motivo por el que puedas estar triste.

-¡¡ Estoy sucio!!, ¡¡muy sucio niña boba!!!, ¿¿es qué no ves que mis plumas están desastrosas?? ¡¡estoy lleno de barro!!, ¡¡me he caido en ese charco sucio!! - protestó el pájaro, perdiendo la paciencia y gritando a la niña.
- Anda, mira, - dijo la niña sin inmutarse por el enfado y con tono gracioso, - pues entonces...¡¡ tienes suerte!!, ¡¡junto a ti hay gran cantidad de agua!! así que tu gran problema tiene solución: ¡¡lávate la cara!! - exclamó la niña con tono directo e imperativo.

Entonces el pájaro se quedó pensativo con tales palabras y contrariado por aquella imposición miró de nuevo su reflejo en el agua de la fuente, tal había sido la espontaneidad de aquella niña al hablarle que entonces ya no se vio como un pájaro sucio, no vio ese pelaje marrón y oscuro que le desmerecía tanto sino que apreció la figura de un pájaro fuerte, de buen pico, de buenas alas, de buen porte, que lo mismo podía caminar que volar que detenerse a mirarse en un charco. Y ya mucho más convencido le dijo a la niña en tono más tolerante:
- ¡tienes razón!, mis plumas están marrones porque me caí a un charco pero... ¡solo fue eso!, tienes razón, ¡¡eso no tiene importancia!!!
Entonces la niña sonrió y le dijo:
- Ánimo, solo necesitas agua para estar bonito de nuevo, ¡ánimo!, un jarro de agua fría es lo único que puede cambiarte y ¡parece que te hace falta!.

Y dicho esto comenzó a salpicar agua de forma divertida y juguetona sobre el pájaro. El pájaro se quedó quieto, confiado y complacido mientras aquella niña echaba agua y más agua, más bien parecía que se estaba bañando ella con toda la cantidad de agua que lanzaba con sus pequeñas manitas. Pero al poco tiempo todo el lodo, barro y suciedad se desprendieron de su plumaje y fueron al suelo a confundirse con las piedras de la calle. El pájaro al verse limpio rápidamente se miró de nuevo en la fuente y al ver su reflejo de nuevo azul intenso se puso a saltar de alegría y alivio.

La niña, sin decir nada más, se dio media vuelta y a punto estaba de irse sin despedirse cuando el pájaro le llamó y le dijo:
- eh, niña, no te he dado las gracias, no te vayas, ¿hay algo que pueda hacer por ti? me has ayudado a volver a ser quien era, ¿hay algo que pueda hacer por ti?

La niña le miró con ternura sin decir nada pero fue extraño, el pájaro al mirarla de frente vio que en sus ojos no se reflejaba ningún brillo. Aquella pequeña a tientas, tomó su pequeño bastón que estaba posado en el suelo de la fuente de piedra, se levantó y tanteando el camino comenzó a alejarse. El pájaro se quedó tan sorprendido viendo que era ciega que no acertaba a moverse de la impresión. Pasaron unos segundos y finalmente el pájaro reaccionó y se fue volando hasta la niña:
- oye, le dijo con tono comprensivo, pero.. ¡si eres ciega!, no entiendo, cómo, cómo, pero ¿cómo has podido decirme tantas cosas de cómo soy yo... si tú no me ves?

La niña sin sorprenderse por las palabras del pájaro simplemente le dijo:
- es fácil, eres un pájaro, ¿no? tu mismo me has dicho que eres un pájaro, así que yo solo he descrito a un pájaro, ¡porque yo sé cómo es un pájaro!, me lo enseñaron en el cole, - dijo la niña con su pequeño orgullo infantil; -lo único que no podía ver, -añadió la niña con naturalidad, - era eso que te tenía tan triste, tu suciedad, y al contarmelo tú me he puesto muy contenta... porque ¡¡tenía solución!!, ¡agua!.

El pájaro comprendió la lección que aquella niña le daba y prometió no volver a enfadarse por cosas sin importancia y fijarse más en los pequeños detalles que delataban las verdadera cosas que debían preocupar.

- ¿Puedo pedirte algo? dijo entonces la niña interumpiendo el pensamiento del pájaro.
- Eh, sí, claro lo que quieras, - contestó el ave.
- Verás - dijo la niña, - yo siempre he querido tener el pelo azul, no sé si quedaré ridicula o estaré guapa, pero como no me veo pues no me importa, ¿podrías ayudarme tú a tener el pelo azul???

El pájaro sonrió ante aquella loca petición y mirándo su plumaje le dijo repitiendo frase:
- pues... ¡¡¡tienes suerte!!! ¡porque yo soy azul! - y sin más arrancándose varias de sus plumas las fue colocando en su cabecita cubriéndola sus pequeños rizos por completo. La niña, feliz, comenzó a saltar de alegría diciendo:
- ¡tengo el pelo azul!, ¡tengo el pelo azul!! - decía con estusiasmo.

El pajaro se quedó muy complacido con la reacción de la pequeña y tímidamente se asomó de nuevo al agua de la fuente. Contempló que en una de sus alas había una pequeña calva en donde la ausencia de plumas denotaba un agradecimiento...

- Curiosamente, aunque me faltan plumas, no sé porqué pero ahora me veo mucho más bello que antes, - le dijo entonces el pájaro a la niña.
- ¡¡¡Sí!!!, ¡sí!¡ sííí! yo también me veo mucho mejor con mi pelo de lindas plumas azules! - dijo la niña con natural inocencia.


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Hagamos de lo que nos ha dado la naturaleza una virtud para nosotros y un regalo para los demás.

viernes, 28 de marzo de 2008

La nube que quería sonreir


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Angel - Sarah MacLachlan

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Había una vez una nube blandita y esponjosa que quería sonreir...


- !Quiero sonreir!, - decía, - !quiero sonreir!, - repetía, - ¿quién quiere verme sonreir??, -preguntaba con algodonada voz.
- Eres una nube, - le decía con seriedad su papá Nube, - las nubes no sonríen...
- ¿qué hacen las nubes papá?- preguntó con ingenua voz.
- Pues, navegan por el cielo, surcando distintos momentos del día, recorren distancias tanto en vertical como en horizontal, en definitiva viajan y acompañan a otras nubes...
- ¿Viajan? ¿Llevan maleta?, cuando se viaja se lleva maleta, ¿verdad papi?.

- Eh, sí, claro nubecilla, sí, pero las nubes no llevan maletas, no hace falta, viajan desnudas...

- ¿Desnudas? ¿Estamos desnudas? y oye, ¿porqué no tenemos frío papi?.

- Eh, buf, verás pequeñina, las nubes no sienten ni frío ni calor, ni tienen pensamientos, ni son animalitos ni son personas ¿estamos?, - dijo el papá Nube ya un poco perdiendo su paciencia.


- Pero... si no tenemos sentimientos ¿porqué yo puedo sonreir?

- ¡Tú no puedes sonreir! dijo el papá ya poniéndose serio con su preguntona hija, ¡tú no sonríes, no puedes sonreir!.

- ¡Sí que puedo! - dijo la nubecilla muy contrariada por lo que estaba escuchando, ¡sí que puedo!, ¡yo puedo!.

- No, no puedes, - repitió el padre - y dejémonos ya de tonterías, vete con mamá nube a hacerla compañía y déjame seguir con mis trabajos, - sentenció Papá Nube.


La nubecilla triste y cabizabaja se acercó a su mamá.

- ¿Qué te pasa nubecilla? - dijo con voz candorosa su madre al detectar el semblante apagado de su hija.

- Pues que papi ¡es tonto!, ¡no cree que yo pueda sonreir!, - protestó la pequeña nube.


La madre con suma paciencia le dijo:

- verás, tu padre no es tonto, tu padre está en lo cierto, las nubes no podemos sonreir, eso solo lo hacen las personas, ni tan siquiera los animales o las plantas pueden sonreir, ese gesto sobre el propio de humanos y nosotras las nubes no somos humanas, argumento con lógica su madre para que su pequeña lo entendiera mejor.

- ¡Noooo!, - gritó la nubecilla cabezota, yo, yo, yo... ¡yo puedo sonreir! - dijo enfadada.


Y sin más se alejó de su mamá a sentarse solitaria en el cielo.


- Esta nube es demasiado niña - le dijo mamá nube a papá nube, - no sé qué vamos a hacer con ella, dice unas cosas....

- Déjala, ya se dará cuenta de sus limitaciones, es demasiado tozuda, ya aprenderá ella sola, -concluyó el padre.


El Sol que había estado pendiente de toda la conversación se acercó a la nubecilla y le dijo:

- ¿tú de verdad crees que puedes sonreir?

- Sí, sí, - dijo la nube recuperando ánimo, ¡¡claro que puedo!!!

- Y ¿porqué no sonríes? - preguntó el Sol con didáctica intención para que la pequeña viera su limitación.

- Es que yo... es solo que... solo que... - dijo con voz cada más entristecida...

- ¿Solo que qué? - le preguntó el Sol buscando que se enfrentara a la verdad.

- Pues... que yo... ¡no se hacerlo!, aún soy pequeña y bueno, yo aún no sé sonreir ¡porque no sé cómo se hace!, - dijo la nube apenada.


El Sol se quedó prendado de tan inocentes palabras, de la confianza que tenía esa nube en conseguir algo que ni sabía cómo se hacía ni que no se podía hacer. Entonces apartándose de la nube, se quedó reflexionando un momento, minutos después sin decir más llamó a un viento amigo y junto a su runfido le hizo una petición en voz muy baja. El viento asombrado le dijo al Sol:

- No te preocupes, hare lo que pueda.


Entonces se acercó a la nube y soplando en diferentes zonas con mayor y menos intensidad fue separando y disgregando sus partículas, moldeándola con intención y logrando así formar dos huecos grandes, separados y redondos en su zona superior, y una franja prologada de derecha a izquierda en la zona inferior. Cuando hubo terminado su trabajo, le dijo al Sol:

- Ya está, tal y como me habías pedido.


Entonces el Sol sintiéndose complacido por el esfuerzo realizado por su amigo viento se coloco por detras de aquella nube y lució con brillo. Por entre los ojos y la boca formados en aquella pequeña nube una luz de sonrisa iluminó su algodonado rostro.


- ¡¡Mira papi!!, ¡¡mira papi!!, - se oyó a una niña decir desde la Tierra... -¡¡una nube en el cielo me está sonriendo!!!. ¡¡mira, mira! me está sonriendo!!!

- Sí, hija, sí, claro, claro, - dijo el padre sin despegar la vista de su recién comprado periódico.


Y desde entonces aquella nubecilla vivió siempre muy satisfecha sabiendo que su pequeño sueño, su ilógico, descabellado e inocente propósito de ser una nube que sonriera lo había conseguido.



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Todos llevamos dentro una nube que quizá aún no sabe cómo sonreir... pero que, no lo dudéis, puede hacerlo.

jueves, 27 de marzo de 2008

La tirita mágica


Este cuento para mi es especial, ojalá pudiera curarse cualquier corazón herido con una tirita mágica. Espero que os guste su letra, su imagen y la música que he escogido.


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Looking Through The Eyes Of Love -Enya

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- Mamá,mamá rápido, necesito una tirita, ¿dónde hay tiritas?.
- ¿Qué tienes mi vida?, ¿te has caido? ¿te duele algo?.
- ¡No!, solo necesito una tirita, o si no que me des unas gasas, un esparadrapo, unas vendas, algo que tengas para curar a las personas, ¿dónde hay?, ¿dónde tienes el botiquín para las curas?
- ¿A quién, a quien hay que curar??, mi vida, ¿quién te preocupa? ¿qué es lo que pasa?
- Me preocupa mi amiga, hay que curar a mi amiga, ¡rápido!, déjame una tirita, no hay que perder tiempo, ¡vamos!!
- Hijo, me estás poniendo nerviosa, ¿qué le sucede a tu amiga?:- ¿se ha caído?
- No
- ¿le han pegado?
- No
- ¿le duele algo?
- No sé, yo creo que sí.
- Hijo, no te entiendo, por favor ¡habla más claro!
- Pues verás, es que necesito una tirita para curar a mi amiga, está ahí fuera de casa y está llorando... le he preguntado, pero no me contesta, solo tiene apretado en su pecho con sus manitas un colgante con la foto de su hermano, y llora, llora mucho, algo tiene que dolerle para llorar tanto, yo creo que se le ha debido de romper el corazón y por eso se lo está sujetando.

La madre se quedó atónita con la lógica de su hijo y añadió para tranquilizar a su hijo:
- sí tienes razón, si se le ha roto el corazón debe dolerle mucho, pero verás hijo, ese dolor es por dentro, las tiritas para este caso no sirven para curarla.

El niño se quedó apenado con tal respuesta:
- ¿porqué?- dijo de repente en un hilo de voz infantil con los ojos enrramados mirando a su madre con gesto de súplica. Pero luego sin decir nada, con ese semblante niño que denota una profunda desilusión, se marchó a su habitación muy triste.

La madre se quedó pensando unos momentos y al cabo de un rato tuvo una idea. Tomó una tirita, fue a su habitación y le dijo a su hijo:
- mira, esta tirita yo la guardaba como algo muy especial, es un poquito más grande que las tiritas normales porque ¡es una tirita mágica! y por eso vale para lo que le pasa a tu amiga. Has de ponerle esta tirita encima de su corazón y entonces verás como deja de llorar y sonríe. La tirita tiene una propiedad mágica, al contacto con un corazón es capaz de pedirte algo. Si aquello que te pida esta tirita tú puedes cumplirlo tu amiga sonreirá y le aliviarás un poquito el dolor de su corazón roto, para eso es una tirita mágica!

El niño abrió mucho sus ojitos con la explicación de su madre y sin pensarlo más, a toda prisa tomó aquella tirita tan especial y salió en busca de su amiga.

Al verla hizo lo que le había indicado su madre, dejó al descubierto la parte adhesiva de aquella tira blanca y con gran inocencia infantil colocó la tirita por encima del vestido de la niña, tapando así su corazón.La niña le miró muy asombrada sin entender qué hacía su amigo.

De repente el niño se fijó en aquella tirita y descubrió que escrita en tinta azul se distinguía una frase.

La frase decía: ¿me das un fuerte abrazo?.

El niño, ingenuo y creyendo que esa tirita era mágica de verdad pues le estaba pidiendo algo, se quedó mirando a su amiga y con gesto de cariño le apretó fuertemente entre sus brazos. La niña se quedó recogida y quieta pero pasados unos segundos comenzó a sentir el calor de su amigo y le apretó hacia ella para que no se soltara y así estuvieron abrazados sin decir nada un buen rato.

Al soltarse, al niño le brillaron los ojos:¡su mamá tenía razón!, tenía razón!! aquella tirita era mágica!!! había curado un corazón roto, pues su amiga, sin saber muy bien porqué, le miraba sonriendo!!!

Con gran satisfacción se despidió de su amiga y entró en su casa diciéndole a su madre en gritos de alegría: - mamiiiii, graciassss, ya le he curado a mi amiga su corazón roto con la tirita mágica que me disteeeeeeee. ¿tienes mássssss?


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A veces me gustaría poder ponerle una tirita en el corazón a una persona que sufre y decirle: ya está, ya pasó, ya te puse la tirita, ya te curé.

martes, 25 de marzo de 2008

La libreta del corazón



Imagine-Eva Cassidy

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- ¿Qué haces?
- Apunto.
- ¿Qué apuntas?
- Las personas que me quieren.
- ¿cómo vas a estar apuntando las personas que te quieren?, ¡no digas bobadas!
- No son bobadas, yo apunto.
- Y ¿a quién apuntas?
- Uy, llevo ya unas cuantas...
- ¿y para qué las apuntas?
- Para recordar que me quieren.
- ¿y porqué necesitas recordarlo?
- Qué tontería preguntas, pues para lo que se recuerdan las cosas... ¡para no olvidarlo!
- Ah... claro, claro.

Esta niña está cada vez más loca, djo el niño mientras se alejaba si decirle ya nada más.

La niña prosiguió escribiendo, muy afanosa en su tarea no se dio cuenta de que el niño regresaba...

- Oye ¿te puedo hacer una pregunta?
- Sí, claro.
- ¿porqué hay que recordar a las personas que te quieren? si te quieren, te quieren, ya está, ¿porqué apuntarlas para que no se te olviden?
- Es que cuando sea mayor quiero tener muy claro quienes me han querido.
- Y eso ¿cómo se sabe?
- Es fácil, ¡las que estén en mi libreta!
- Y ¿no tienes miedo a equivocarte con alguna, a dejar de escribir a alguien, a poner a alguién de más?
- Uy, no!, todas las que están en mi libreta son las que me quieren fijo, no hay equivocaciones...

- No sé, a mi eso me parece demasiado... radical, tal vez vayas y te dejes a alguien...
- ¡No me dejo a nadie!
- Bueno, bueno, no te enfades. Y dime, a mi... ¿me has apuntado?
- Hummm, veamos, puessss..... no, no estás.
- Ah, vale, me parece muy bonito ¿pues sabes qué te digo? Que eres una niña repelente, que eres boba, que más te valiera dedicarte a hacer cosas sencillas y productivas, que no te soporto, que ya te puedes ir, que no quiero saber nada de ti ¿te enteras?
- Sí, bueno sí, ya veo, pero oye no te enfades, ¿porqué te enfadas?
- ¿Qué por qué me enfado?, me preguntas ¿qué porqué me enfado?!!, tú lo que eres es una niña.... necia!, arghh, déjame en paz!, ¡olvídame!

El niño se dio la media vuelta para marcharse y de repente paró... escuchó... la niña estaba sollozando...
- Snif, snifff, snifff.
- Eh, oye, bueno, yo no quise decirte tanto, no quise decirlo así, yo es que...
- Buahh, es que eres un bruto, no tenías porqué decir todo eso, no sé, me has hecho sentirme triste... no vuelvas a ser tan brusco ¿vale?
- Vale, lo lamento, yo no quería... yo no quería hacerte llorar, de veras que no.
- Vale, déjalo, olvidalo ya, ya se me pasó, ya estoy bien.

Tras unos segundos de repente la niña de nuevo volvió a romper a llorar...
- Buahh, buahhh, snif, snif
- Pero ¿qué te pasa ahora? ¿he dicho algo más qué...?
- Sniff, snifff. ¡¡buahhh!!!
- Para, para, para ya por favor, yo no quiero que llores, ya te he pedido disculpas dime, ahora ¿porqué lloras tanto?
- Porque , porque, pues porque... ¡¡no sé que hacer!!!
- Eh??, como qué no sabes qué hacer... que no sabes qué hacer... ¿¿con qué??

- Pues... ¡con tu nombre!, dijo la niña recuperando aliento, pasándose la manga de su vestido por sus ojillos y haciendo florecer al mismo tiempo una sonrisa, ¡es que no quiero apuntarlo con faltas de ortografía!

¿me lo deletreas por favor?


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Algunas personas demostramos así a quienes queremos, dándoles, aunque sea de forma infantil, la certeza de que nos sentiríamos muy mal si no quedásemos apuntados en la libreta... de su corazón.

domingo, 23 de marzo de 2008

Un tambor en el cielo



Eye in the sky - Nora Jones

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-Papi, papi, ¡quiero hacer un dibujo!.-Bien hija toma tus pinturas y papel, todo está sobre la mesa. Ponte una bata ya sabes que mamá no quiere que te ensucies y dibuja algo bonito, como tú sabes hacer, ¿de acuerdo?-No, papi, no necesito papel, ¡quiero pintar una cosa en el cielo!-¡eh!,¿en el cielo? No, veras cariño, en el cielo todas las cosas ya están pintadas desde hace muchos muchos años. -No, no, yo quiero pintar algo en cielo, algo que aún no está pintado.-¿algo que aún no está pintado? No lo hay. Mira, el cielo es perfeccción, con sus nubes, con su sol, con su luna y sus estrellas, incluso cuando se pinta de azul intenso, el cielo es bello como es, no necesita ningún añadido ¿no lo comprendes?.-Pero, ¡yo quiero pintar algo que le falta!, si no lo pinto no sabré donde está y yo necesito saberlo, necesito tenerlo localizado, así siempre lo sabré, necesito pintar algo ¿puedo? ¿puedooo? ¿sí puedo? snifff, sniff, déjame papi, buahhh, (dijo la niña haciendo pucheros).-Bueno, bueno, tranquila, no pasa nada, si tú quieres pintar algo en el cielo, mira haz lo siguiente. Como el cielo ahora está muy azul es mejor que tomes la pintura blanca. Mira hacia arriba y con tu manita ve dibujando eso que tanto quieres ver.
La niña se paró unos segundos, miró sus pinturas sobre la mesa y tomando la pintura amarilla dijo, prefiero pintarlo en amarillo a él le gusta más ese color.
Entonces comenzó a hacer trazos grandes, deteniéndose en alguna zonas, y prosiguió dibujando por espacio de varios minutos, muy muy concentrada. Luego a modo de finalizar su dibujo tomó la pintura negra y pareció escribir algo.Su padre le miraba como extasiado, sin entender bien ni qué hacía ni qué dibujaba, esta niña es muy especial se decía para sus adentros, va a sufrir mucho en esta vida, viene a un mundo demasiado lógico, pero no hay duda de que es especial, pinta sobre el cielo y pone su firma... reflexionaba.
-Ya está papi, ya terminé ¡ahora el cielo está completo!-Ah, dijo el padre mirando a su hija con cara de desconcierto. -¿Te gusta papi?-Verás pequeña yo si miro al cielo no veo lo que has dibujado, será que lo has hecho muy pequeñito o muy especial y no logro verlo bien, así que no puedo decirte si me gusta o no. Dime tú, ¿qué es lo que has dibujado?-He dibujado un tambor, ¡al cielo le faltaba ¡un tambor!, he dibujado un tambor, el cielo es grande... -¿Un tambor? ¿para que has dibujado un tambor? dijo su padre desconcertado.- Verás mi mejor amigo del cole dice que su mamá está en el cielo, hoy le he visto llorando mirando hacia arriba y decía: sé que no puedo verte pero sé qué estás, te quiero mucho, no te olvides de mi. Y yo he pensado que como su mamá siempre era muy bromista, a lo mejor se ha escondido tras una nube o detrás el Sol y por eso no puede verla. Así que he dibujado un tambor y le he dejado escritas unas claras instruccciones. "Tócalo siempre que me eches de menos". Espero que lo entienda.
Y yo no sé lo que mi amigo pensó, solo sé que cuando fui más mayor un dia recordando esta historia se lo conté, el miró con afecto y me dio un abrazo y sin decir nada se marchó. Pero lo que si es cierto es que hoy en día cuando hay una tormenta y el cielo se pone oscuro, hay muchos truenos y todo resuena mucho, mucho, él sonríe.

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Y con el paso de más años esta historia se ha ido trasladando de persona en persona y ahora somos muchos los que en una noche de tormenta en vez de andar asustados, sencillamente, durante un breve espacio de tiempo, sonreimos. Cuanto más grande es el ruido... creo que sonreimos más y más personas