martes, 23 de febrero de 2010

Brilla el Sol

Anoche, ya muy de noche, mordisqueé con timidez el cielo y me comí su luna de chocolate blanco. Luego bordé con hilos de seda de sueños un inmenso lazo con millones de estrellas que soltaban su purpurina dorada liándose en mi pelo y deslizándose atrevidamente hasta mi espalda. De la aúrea corona trenzada sobre mi rostro partieron miles de destellos desplegados en un manto de pensamientos luminosos que cerró mis ojos, cubrió mi cuerpo y acunó mi alma.

La música me descubrió desperezándome perezosamente en mi cama.

Entonces, mis adormecidas manos, tirando del vestido negro de la noche rasgaron la tela oscura de la inconsciencia y la noche quedó desnuda mostrando en bellezas su delicada y blanquecina piel de alborada. Entre los azules de una sonrisa... brilló el Sol.

Abrí los ojos, desperté, en mi ciudad despuntaba un bello día.

Sonreí de nuevo. En otro cielo compartido la vida comenzaba también en nuevos colores...