martes, 27 de septiembre de 2011

PREPARADOS, LISTOS... YA

Son tiempos muy difíciles. Tal vez por este motivo me he decidido a escribir esto.

Hoy en día el grito y la protesta al aire, son los medios considerados más eficaces para conseguir doblegar la voluntad de un empresario, una empresa, una sociedad, un mundo. El grito y el vaciado ruidoso de gargantas y conciencia parecen ser los únicos medios de respuesta para salir adelante.

A través de los cristales uno ve, uno escucha, al otro lado, el grito, levantándose amenazador, con gran sonoridad, poderoso y contundente, es el golpe sonoro que busca sacudir una conciencia, tal vez un bolsillo.

Se nos ha olvidado, tal vez muchos ni lo han conocido, la manera en que nuestros padres, nuestros abuelos, se buscaron el sustento para poder salir adelante... y sacarnos adelante. Se nos han olvidado las emigraciones a Europa con una simple maleta llena de preocupaciones y sueños, los reenevíos de dinero a la casa paterna para ayudar al sustento familiar, las cruzadas de charco para "hacer las Américas" y poder regresar un día, (algunos ni regresaron), los pluriempleos y sacrificios para poder pagarle los estudios a los hijos (nosotros) y hasta se nos ha olvidado eso que oímos una vez que hablaba no sé qué del estraperlo o de cartas de racionamiento, que una vez me dijeron que era un papelito que regulaba lo que se podía comer y lo que no. ¿Lo que se podía comer? ¿Qué duro eso, verdad??. Se nos ha olvidado todo.

Es lo que tiene la memoria humana, es olvidadiza de los malos momentos, tiene dentro demasiada ambición de buenos tiempos, de esperanza. Una vez conocida otra realidad mejor, mayores comodidades, ¿llamados lujos quizá para el concepto de vida de nuestros abuelos? ¿quén quiere, entonces, volver a algo más "precario"? Nadie. Y entonces salimos a la calle y damos gritos y protestamos que queremos seguir teniendo todos esos privilegios que nos han sido dados, principalmente, por los esfuerzos de las generaciones anteriores. Y protestamos, y seguimos protestando y protestando.

¿Resultado? Perdemos fuerzas, aliento, gastamos tiempo y el tiempo es dinero, pero junto a ello perdemos algo mucho más importante que el dinero... perdemos esperanza. Tal vez en uno de esos gritos solidario, absoluto y demoledor, logremos nuestro gran triunfo, ese por el que tanto luchamos: aplazar un tiempo más una agonía...

Porque no por gritar dejamos de estar agónicos y encima la agonía no es rápida sino, con nuestro grito, más lenta, eso sí, con muchísimas más razones que nos protegen y nos asisten legalmente, por supuesto, siempre es mejor un grito trajeado, dónde va a parar la diferencia entre un grito vulgar y uno que esté bien documentado, ¿verdad?.

Pero la verdad es que anímicamente lo único que nos viste es una camisa de triunfos con un pantalón de fracasos. No comprendemos que el camino del grito ya no es la mejor manera de defendernos, de ser justos, de promover esperanza, de recrear nuestor futuro dañado. Creemos que el grito es la marca a hierro de nuestros derechos y la sólida base y firma de nuestros argumentos. Pero, a mi modo de verlo, no es una buena verdad.

El grito es aire, aire muy muy enfadado es cierto, pero aire. Palabra que hace mucho ruido, pero palabra, es decir, letras dispuestas en un orden establecido, letras quer pueden cambiarse de orden y resultar absurdas. Letras que no se comen, y lo más importante, letras que no nos visten, ni nos construyen un techo, ni tampoco nos dan de comer.

Se nos sigue olvidando que todo lo que hemos recibido nos ha llegado porque otros lo lucharon antes, no comimos con sus gritos, sino con su esfuerzo, trabajando y muchas horas y muy duro y con mucho esfuerzo, incluso con hambre, tan solo para que cuando nosotros llegáramos... ya no tuviéramos que gritar.

Pero nosotros, que nos sentimos ahora tan llenos de derechos, hacemos lo mismo, gritamos.

No nos preparamos, no estudiamos más, nos abandonamos al grito ancestral y desesperado. Queremos que nos escuchen... no importa el motivo, no importa el qué, solo que nos escuchen bien cómo gritamos. Despilfarramos la voz y el dinero, al parecer son tiempos de abandono y despilfarro. No afrontamos el hecho de que esta vida es pura lucha continua, que no nos podemos quedar estancados, dormidos, ni apaciguados, ni calmos. Que hay que estar vivos y seguir adelante y salir adelante y que el estar cada vez más preparados es el verdadero camino para que nadie pisotee de verdad nuestros derechos, para que nos confundan ni nos engañen, porque el único derecho incuestionable que tenemos en nuestra vida es nuestra capacidad para querer prepararnos, para estudiar, para informarnos, para conocer más, para poder actuar mejor.

Si echamos la vista atrás, ¿qué nos han dejado las anteriores generaciones? el camino abierto y cada día más llano a poseer cada vez más información, más conocimiento. Nuestros padres lucharon y muy duro para darnos ese derecho, para que nosotros pudiéramos estar más preparados que ellos. No lucharon para que gritáramos en la calle como ya lo hicieron ellos, sino para que tengamos la oportunidad de conseguir lo que ellos no tuvieron, la preparación, la información, el aumento progresivo de conocimiento, la capacidad de maniobra suficiente para que nadie pueda realmente pisar lo único que nadie puede quitarnos: nuestro conocimiento, y con él asegurar ese futuro incierto, simplemente por estar cada vez más preparados.

Y con la preparación llega algo verdaderamente incuestionable, la inteligencia. Porque el aumento de inteligencia es también un aprendizaje. Porque la suma de nuestra inteligencia base más nuestra inteligencia cristalizada (fruto de la experiencia) es nuestra mejor herramienta para ser cada día más capaces, para destacar. Porque más preparados somos más listos, simplemente porque destacamos de aquellos que solo creen en gritos como forma de hacer un mundo más justo para todos y salir adelante y comer mejor. Porque preparados somos más listos y siendo más listos no nos importan las listas, no nos cohiben ni amedrentan los números ni los recortes, nos asisten y nos envuelven y nos alientan las actitudes, porque preparados sabemos cómo y dónde poner el acento para que no se cometan injusticias con nosotros. Porque el mundo se nos abre a nuevas oportunidades, nuestros padres lo sabían, por eso quisieron dejarnos, como fruto de su esfuerzo, un futuro mejor. Ahora podemos gritar.. ¿para decirles que no lo han logrado?

Así que tenemos dos opciones, gritar y gritar como ya lo hicieron nuestros antepasados o prepararnos, ser competitivos, estudiar, ampliar estudios, idiomas, capacidades, conocimientos, abrirnos la mente y el mundo. Tan solo uno de esos dos caminos lleva a un futuro más tranquilizador, un futuro en el que nadie tenga ni argumento ni capacidad para cohibirnos, asustarnos, ni mucho menos... manejarnos.

Nuestros antepasados no gritaron para que nosotros ahora continuemos gritando. Este puede ser un mundo de gritos hereditarios convincentemente indignados o UN MUNDO MÁS INTELIGENTE... de preparados. Son tiempos difíciles, hasta para tomar las decisiones más acertadas, pueden ser tiempos iguales a otros, o tiempos más preparados. Cada uno decide.

Tal y como yo lo veo, ante un grito trajeado yo prefiero abrir un libro y aprender más... preparada, lista y...

la siguiente palabra la podré poner con total honestidad.

Cristina Mena