jueves, 24 de septiembre de 2009

Una estrella en el camino


- ¡Quiero contarte una historia!!

- Eh, ¿una historia? pero bueno, ¿alguien tan pequeño como tú ya quiere contarme una historia? y dime :¿de que es la historia?

- Quiero contarte una historia sobre el Sol

- ¿Sobre el Sol??, no me hagas reir, ¿tú? ¿sobre el Sol?, no seas fantasiosa, tú no puedes contar historias sobre el Sol, ¡qué temeridad!.

- ¡Sí puedo!, ¡¡claro que puedo!!, quiero contarte una historia sobre el Sol.

- Pero mira que eres cabezota, tú eres insignificante y encima no tienes ni idea de lo que es un Sol, no me hagas reir, anda vete a jugar con tus amiguitas y no me hagas perder más el tiempo.

- Jooo, ¡¡¡pero yo quiero contarte una historia sobre el Sol!!!, ¡¡puedo hacerlo!! ¿me dejas? ¿sí?, ¿me dejas??, andaaaa, por favooor, me dejas, ¡¡es una historia muy bonita!!!

- Ah, que pesada eres, seguro que no te vas si no te dejo que me la cuentes, bueno, veamos qué quieres contarme, pero no te inventes,¿¿eh??? no me gustan las mentirosillas, si vas a contarme algo del Sol que sea verdad, mira que enseguida voy a notar si lo que dices es cierto o no, ¿de acuerdo?

- De acuerdo, ya verás cómo lo que te cuento es verdad.

Y diciendo esto aquel ser comenzó su historia de esta manera:

Había una vez un inmenso Sol...

Cada mañana ese Sol brillaba con tanta intensidad que a todos les producía alegría verlo tan luminoso y en un cielo tan azul.

Un buen día una Nube se acercó al Sol para preguntarle si podía estar un ratito a su lado. El Sol se puso muy contento por la compañía y le dijo que sí.

La Nube extendió su algodonado manto color blanco tapando algunos rayitos del sol y esto hizo que el cielo se oscureciera un poquito. La Nube al ver que eso al Sol no le molestaba llamó a otras amigas suyas, otras nubecitas y todas se pusieron juntas alrededor del Sol. De esta manera fueron muchos los rayos de sol que se perdieron entre tanta blancura por lo que aquel paisaje de cielo limpio y claro desapareció.

Entonces se acercó un Viento amigo y le preguntó al Sol si podía acompañarlos a todos un poquito. El Sol dijo que sí y el Viento sopló suavecito sobre los rostros blancos y dorados de sus compañeros. Algunas Nubes con el Viento soplando se alejaron un poco del Sol pero siguieron felices estando presentes en aquel inmenso cielo.

Entonces se acercaron unos Rayos y unos Truenos que venían de algún extraño lugar con unas copitas encima, venían armando mucho ruido, al ver al Sol le preguntaron si podían quedarse un ratito a descansar. El Sol les dijo que sí y aquellos Rayos y Truenos se sentaron juntos. Con su bullicio y diversión sin darse cuenta formaron tal Tormenta que algunas Nubes, asustadas, se pusieron tristes y oscuras; el Sol, viendo a sus escandalosos amigos, por prudencia se alejo un poquito y el Viento intentó por todos los medios no sentirse cohibido y trató inútilmente de arrastrar con sus brazos de aire a aquellos vecinos tan molestos, aunque lo estaba pasando francamenta mal en ese intento. Algunas Nubes comenzaron entonces a llorar y quejarse, asustadas ante la Tormenta. Los Rayos y Truenos al ver la que habían armado, pues su intención solo era divertirse y no hacer llorar a nadie, decidieron ir a pasar su resaca a otro lugar y se alejaron de aquellos seres asustados que no querían acompañarlos ni entenderlos en sus fiestas. El Sol salió tímidamente para ver cómo estaban sus compañeros pero al ver que las Nubes ni se atrevían a acercarse a él ideó un plan para que aquellas Nubes recuperaran su sonrisa.

Entonces llamó al Arco Iris y le dijo que por favor hiciera algo para que las Nubes se sintieran mejor. El Arco Iris pensó y pensó y de repente tuvo una idea, abrió mucho sus brazos recogiendo las últimas gotas de aquel aún encapotado cielo y pidiéndole al Sol que iluminara el agua, de sus brazos salieron multitud de haces de diferente luz y color que inundaron el cielo.

Las Nubes al ver aquellos brazos de luz tan bonitos expuestos en aquel inmenso y acristalado cielo fueron recuperando la confianza y comenzaron a sonreir y sacudirse unas últimas gotas de tristeza hasta quedarse de nuevo completamente blancas, brillantes y felices. Ante tanta felicidad el Sol de nuevo volvió a lucir.

Y dicen las gentes del lugar que lo vieron todo que fue precioso el paisaje que se formó en aquel inmenso cielo pues el Sol estaba tan contento que todos estaban de acuerdo en opinar que, incluso a través de las Nubes, aquel Sol brillaba ahora con más intensidad.

Y así todos vivíeron felices sabiendo que son varios los elementos que han de componer un bello paisaje, son varios los elementos que han de formar un buen cuento que nos hable del Sol.

- ¿Te ha gustado mi cuento sobre el Sol?

- Ah, ¡que bonito cuento!. Pero ¡es increible!, ¡qué descripción tan exacta!, ¡que claridad en lo que contabas!, ¡me ha encantado!, y dime ¿quién te ha contado esa historia? es imposible que alguien como tú pueda saber tanto sobre el Sol.

- La historia es mía, solo te he narrado algo vivido por mi.

- ¡No seas fantasiosa, ni me enfades!, dime quién te ha contado esta historia, algo así Tü no puedes saberlo.

- ¿Por qué dices eso?

- Pues es algo evidente, porque solo eres una Estrella, y las estrellas salen de noche, así que es imposible que sepan lo que sucede de día, las estrellas solo pueden saber de lunas, de más estrellas, de la noche pero jamás podrían contar algo tan detallado sobre el día, mucho menos sobre el Sol.

Entonces aquella estrella mirando a su amigo le dijo con serena voz:

- Este es el gran mal del mundo, se juzga a cada individuo por su apariencia, quien es grande se le considera grande y quien es pequeño se le advierte demasiado diminuto para comprender las grandezas de este mundo. Pero eso es una gran equivocación, porque hay un tipo de enfoque que nunca se contempla: que quien es grande puede volverse pequeño.

- No entiendo lo que dices ¿y porqué ha de hacerse pequeño alguien que ya es grande?

- Para no sentir soledad, para compartir, por simple compañía, para contar a los que se sientan más pequeños una historia sobre cosas grandes ¿conoces un motivo más generoso para brillar en esta vida?

Y diciendo esto la estrella que me había hablado con tanta franqueza comenzó a hincharse e hincharse ante mi, hasta llegar a formar un bello y radiante Sol.

Y yo, el Mar, avergonzado por haber juzgado tan inconsistentemente a ese gran Sol que solo por querer mi compañía y hablarme de cosas grandes se había transformado en diminuta Estrella no pude evitar comprender esa enseñanza y sin más demora recogí todas mis aguas y por unos instantes me concentré en una gota, una sola gota, transparente, salada y pequeña gota de agua y estoy seguro que he ido a parar a los ojos de algún lector cuya mirada brlla ahora de emoción al comprender todo lo leido.

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Porque una Estrella grande es un Sol, un Mar inmenso emepequeñecido una lágrima de emoción y un cuento contado con cariño y generosidad a grandes y pequeños, un simple cuento infantil que habla de bellos momentos, que brilla con luz propia.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Polvillo de mariposa



El niño con su natural curiosidad se acercó a la flor, la mariposa le miró pero juzgando que ese niño sólo estaba contemplando la naturaleza y nada podía hacerle, continuó libando el rico néctar dándose un buen banquete. Pero el niño de repente puso su mano sobre las alas de la mariposa y al instante el pequeño sintió sus dedos manchados con un polvillo extraño y retiró rápidamente sus manitas.

El padre al ver lo que había hecho no pudo evitar reprenderle con rabia y decirle que por haber querido coger la mariposa de esa forma le había quitado su pigmentación y ahora sería presa fácil de los depredadores, pues ese polvo en sus dedos era los colores que le permitían protegerse y camuflarse de sus enemigos.

El niño se quedó muy triste con tal noticia, bajó la cabeza y se puso a llorar.

Al instante el padre comprendió que había lastimado la sensibilidad del niño con sus duras palabras y buscando una forma de que entendiera lo que le habia querido decir le explicó:

- Verás cariño, a veces es inevitable hacer daño, no queremos hacerlo pero ya sea por inconsciencia, curiosidad, prepotencia, temor u otro motivo humano lo hacemos. Cuando eso sucede no debes centrarte en lamentaciones ni paralizarte por tal error, pues el gesto ya está hecho, solo debes entender lo que no has de volver a hacer y aprender una lección de ello: los niños bobos se duelen del daño que se hacen asi mismos pero los niños sabios aprenden del daño que hacen a los demás. Es la mariposa la que debe preocuparte, no tu error.

- ¿Qué puedo hacer para curar a la mariposa? - dijo el niño entoces calmando con más entereza su llanto.

- Esperar, - contestó el padre serenamente, - esperar y confiar, la naturaleza es sabia no permitirá que algo tan bello ya no pueda protegerse de sus enemigos, solo porque tú hayas querido tocarla sin saber cuánto la podías lastimar por ello.

Entonces el pequeño, que había entendido las palabras de su papá, tocó la cabecita de la mariposa y le dijo: - perdona, no sabía que eras tan sensible y que si te tocaba de esa manera podía perjudicarte. No quería molestar, solo fue que no pude resistir la tentación de tocarte, al verte tan bonita, venga, perdóname, no lo hice con mala intención, ¿sí? ¿vale? ¿me perdonas? ¿me perdonas? ¿me perdonas?, ¡no me voy de aquí hasta que me perdones!!

La mariposa entonces levantó su vuelo y por unos segundos se paseó por delante de aquel niño en un suave recorrido, lo cual fue interpretado por el niño y su papá como un gesto de perdón, luego se alejó y fue a posarse en otra flor un poco más distanciada, buscando protegerse entre unos pétalos más grandes.

El niño se volvió a su padre y con voz encendida y muy serio le dijo: - desde ahora te digo que no pienso lavarme las manos hasta que la mariposa vuelva a tener colores en su alita!! ¿cuándo venimos otra vez al campo a ver si ya los consiguió???

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Sabio el que entiende que no debe lavarse las manos ante un error.
La mariposa también aprendió una hermosa lección: la de la prudencia.


martes, 8 de septiembre de 2009

A esas manos...


....Últimamente me valgo de un pequeño truco: cuando las cosas se ponen feas y no puedo seguir adelante, intento empeorarlas más aún, me pongo a pensar en nuestro campamento junto al río y en la primera vez que me llevaste en tu avioneta ¡Qué estupendo fue aquello! Y cuando veo que ya no puedo seguir soportándolo, aguanto aún un poco más... y entonces sé que puedo soportar cualquier cosa."
(Meryl Streep a Robert Redford en "Memorias de África")
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A TUS MANOS...

Cuando las miro observo muchos pliegues de recuerdos en ellas.

Esas manos fueron las que me tomaron en brazos en mi primer llanto, en mi primer bostezo, en mi primera sonrisa, las que me abrazaron con ilusión cuando regresaba del colegio, las que se movían enérgicas en gesto en un enfado, las que limpiaban, troceaban y cocinaban los alimentos. Esas manos cogieron altura al apoyarse en mi hombro para conversar, esas manos sujetaron con fuerza las mías para transmitir confianza. Esas manos cosieron mis botones rotos, plancharon mis ropas arrugadas, frotaron aquellas intensas manchas que nunca supe como surgieron. Esas manos escribieron cartas, también las recibieron, se mostraron compasivas ante un intolerancia, se detuvieron a peinar mis cabellos y acariciaron con generosidad mi espalda cuando me hacía falta. Esas manos me cuidaron cuando estuve enferma, me arroparon cuando tenía frío y me sujetaron con decisión por los brazos cuando debía escuchar.

Ahora observo tus manos, enredadas de años, deformes por el avance inevitable de esa carcomida desesperanza que avanza enferma por la savia de tus dedos y que te produce tanto dolor, tanta debilidad. Apenas son recuerdo de manos firmes, ya perdieron su tersura, su belleza, sus desgastados huesos se vuelven polvo, se ajan, ya no de distinguen dedos largos, alineados y estirados, ahora son dedos embotados, oprimidos, horadados de fortaleza, se tuercen y se retuercen por dentro, sobreviven en unas manos repletas de experiencia, de años.

Y sin embargo... al pensar en tus manos, veo... distingo aún en ellas aquellas caricias llenas de frescura, veo con nitidez tu dedo enérgico levantado y tieso diciendo ¡no!, distingo la palma de tu mano sosteniendo mi cabeza, educando. Cuando veo tus manos veo el paso decidido de la experiencia, te veo a ti enebrando una aguja con precisión, sujetando con fuerza el hilo que nos une como familia y cerrando a puntadas firmes y bien cosidas lo que no deseas padezca de tristezas mi corazón. Cuando veo tus manos, veo la vida en forma de caricias que no necesitan de ninguna parte del cuerpo para seguir emocionando como el primer día.

Cuando veo tus manos, las siento tan cercanas, tan niñas, tan auténticas... que comprendo porqué se termina el cuerpo pero porqué no se acaba nunca... la Vida.

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Se lo dedico a las manos de todas madres.