miércoles, 3 de noviembre de 2010

Silencio dormido

Camino descalza, camino despacio, voy mirando al cielo, a las nubes, al infinito, camino confiada, de repente me detengo, cierro los ojos, me abarco la cintura con las manos cruzadas, tan solo escucho... es el sonido del silencio... ¡hace dentro de mi tanto ruido!. Todo es conocido, nada nuevo, es la eterna calma que precederá a una nueva tormenta, bajo entonces mi cabeza, distraigo mi mirada en cualquier voz ajena que sonríe, que habla, que comparte voz, que se expresa, que opina, mientras, mi corazón se abre en un sensible tono de suspiro.

De repente, me aislo en una bola de cristal, mi cuerpo se recoge con timidez dentro de una gran esfera de cristalino paisaje, y mientras me sumerjo en un pensamiento positivo, a lo lejos entre una espesa niebla veo como surge un niño... lleva prendido en el pecho el broche de un grito... se acerca a mi con sus ojitos niños volcados en una pregunta, no habla, trata de hacerlo pero no puede, al final en su impotencia, en su frustración, sin decir nada resbala de su blanca mejilla una débil lagrimilla.

Entonces mi bola de cristal de repente explota, y caigo al suelo, caigo y con los cristales me corto, me lastimo y al levantarme de nuevo aturdida por el impacto observo que el niño me está mirando preparando un nuevo grito, esta vez de llanto, de llanto asustado por el enorme ruido que provocó tal estallido.

Y en el suelo, depositado en el suelo hay un manojo de flores desodenadas, las flores que traia ese niño y las recojo y con suave voz le digo, shhhh, calla, es de noche ya, ven, voy a contarte un cuento... y comienzo un nuevo escrito.


Cuando termino de contar mi cuento... el niño ya se ha dormido.
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2 comentarios:

alfonso dijo...


Yo creo que el mejor que tengo de los cuentos que me eran contados es que nunca llegaba al final. Siempre me dormía antes.
Será ese el efecto beneficioso.

Copitos cálidos

CR & LMA
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Anónimo dijo...

El camino se vuelve ligero, casi los pies no tocan el suelo, cuando el pensamiento nutrimos con el discernimento y vemos las imágenes pasar sin prestarles demasiada atención.



Un abrazo.