viernes, 16 de diciembre de 2011

Felicitación navideña 2012


Felicitación navideña para peques y personas grandes con alma de niños.
(pulsa en ella para verla más grande)

jueves, 1 de diciembre de 2011

La jugada maestra y la sabiduría

Me gusta jugar al ajedrez, es un juego apasionante en el que se ponen a prueba muchas facultades de las personas, la visión, la perspicacia, la intuición, la agilidad de pensamiento, la estrategia, la inteligencia, la coordinación, la psicología de conducta, etc.
La vida, al fin y al cabo, es también como una partida de ajedrez.
Para cada una de las circunstancias importantes de esta vida siempre hay y habrá una nueva partida. Pero con los años y la experiencia yo me he ido dando cuenta de que siempre se realizan las mismas jugadas y con unos mismos tipos de jugadores.

Hay un tipo de jugadores, principiantes, que solo aprecian las jugadas más inmediatas, creen en ellas y se posicionan. Luego solo juegan defendiéndose de todo el resto de jugadas que se van sucediendo, sin entender porqué discurre el juego de esa manera. Finalmente se repliegan y se dejan vencer.

Hay otro tipo de jugador más avanzado o simplemente más avispado, que cree advertir la intención del adversario desde las primeras jugadas, se posiciona con prudencia y va esquivando el resto de jugadas, le termina perturbando el aplomo de su rival y se acerca al final con pura espontaneidad y pánico, al no comprender como el juego no se ha desarrrollado tal como pensaba.

Luego están otro tipo de jugadores ya más profesionales, esos no solo ven las primeras jugadas mientras van pensando en las que harán después, advierten también los siguientes movimientos del adversario, van despacio, cubriendo sus piezas, no dejando ni una sola pieza clave sin defensa y llegado el momento, cuando imaginan la partida segura y ganada, ya no les importa descubrir su estrategia pensando que ya nada puede cambiar. Pero, a veces, se equivocan y una jugada inesperada por pura rabia de un contrario caótico o a la desesperada, les deseliquibra. Quizá ganen, pero sudan.

El tipo de jugadores plenamente profesionales son los más envidiados por su alta capacidad, mantienen un ataque tan constante y sosegado que muy pocos son capaces mentalmente de resistirles.

Finalmente, quiero creerlo, debe de haber un tipo de jugador, el jugador maestro, yo no lo he visto nunca. Debe ser un jugador principalmente seguro de sí mismo, lo que ya resulta muy complicado de encontrar. A cada nueva jugada ha de tener muy claro cómo actuar. Desde una posición mental privilegiada, no es que sepa que va a ganar a su contrario, ni que crea que tiene las mejores piezas o el mejor posicionamiento. No es nada de eso. Es tan solo que sea jugador maestro porque no le importe ni ganar ni perder.

Esta vida siempre parece un juego que hay que ganar. Nos dicen que ser mejor que el otro es la mejor manera de triunfar. Pero no es cierto. La mejor manera de salir adelante en una vida, que siempre es algo temporal, es estar seguro de lo que es, nuestro yo, mientras vivamos con esa consciencia, será lo único que nos será perenne.

Nadie sale ileso en cualquier lucha, así que es absurdo pelear si el resultado es pura y simplemente quedar mal herido.

Haz tu vida o tu trabajo lo mejor que puedas y sepas, no busques ganar creyendo que eso será definitivo, no existe nada definitivo, ni tan siquiera eso nos sobrevivirá, pelea por lo que consideras justo sin intimidar a los demás, eso no es juego limpio, vive la vida como si en ella no hubiera perdedores ni ganadores. Lo más bonito y lo más sereno para un espíritu en paz es imaginar que siempre, seas buen o mal jugador de ajedrez, quedas en tablas, porque la vida si se torna larga, en cada nueva jugada inesperada ya se encarga de decírtelo.

Ojala un día llegue a ser jugador maestro de ajedrez, sé que aún me queda aprender mucho y ni idea de si llegaré a tener el privilegio de conseguirlo, pero seguiré intentándolo.

Ah, se me olvidaba, existe un tipo de jugador extraño, un jugador que yo hasta ahora ni me imaginaba que podía existir, un jugador que me ha dejado flipada, se trata de mi sobrina de 10 años, cuando jugamos al ajedrez sabe con total seguridad que ella no va ganar, simplemente porque es muy consciente de que aún es pequeña, entonces simplemente me dice: venga, agiliza la partida y gáname de una vez que esto resulta pesado, se pierde mucho el tiempo y me aburro.

La infancia: todo un ejemplo de sabiduría, en serio.

:-)

martes, 27 de septiembre de 2011

PREPARADOS, LISTOS... YA

Son tiempos muy difíciles. Tal vez por este motivo me he decidido a escribir esto.

Hoy en día el grito y la protesta al aire, son los medios considerados más eficaces para conseguir doblegar la voluntad de un empresario, una empresa, una sociedad, un mundo. El grito y el vaciado ruidoso de gargantas y conciencia parecen ser los únicos medios de respuesta para salir adelante.

A través de los cristales uno ve, uno escucha, al otro lado, el grito, levantándose amenazador, con gran sonoridad, poderoso y contundente, es el golpe sonoro que busca sacudir una conciencia, tal vez un bolsillo.

Se nos ha olvidado, tal vez muchos ni lo han conocido, la manera en que nuestros padres, nuestros abuelos, se buscaron el sustento para poder salir adelante... y sacarnos adelante. Se nos han olvidado las emigraciones a Europa con una simple maleta llena de preocupaciones y sueños, los reenevíos de dinero a la casa paterna para ayudar al sustento familiar, las cruzadas de charco para "hacer las Américas" y poder regresar un día, (algunos ni regresaron), los pluriempleos y sacrificios para poder pagarle los estudios a los hijos (nosotros) y hasta se nos ha olvidado eso que oímos una vez que hablaba no sé qué del estraperlo o de cartas de racionamiento, que una vez me dijeron que era un papelito que regulaba lo que se podía comer y lo que no. ¿Lo que se podía comer? ¿Qué duro eso, verdad??. Se nos ha olvidado todo.

Es lo que tiene la memoria humana, es olvidadiza de los malos momentos, tiene dentro demasiada ambición de buenos tiempos, de esperanza. Una vez conocida otra realidad mejor, mayores comodidades, ¿llamados lujos quizá para el concepto de vida de nuestros abuelos? ¿quén quiere, entonces, volver a algo más "precario"? Nadie. Y entonces salimos a la calle y damos gritos y protestamos que queremos seguir teniendo todos esos privilegios que nos han sido dados, principalmente, por los esfuerzos de las generaciones anteriores. Y protestamos, y seguimos protestando y protestando.

¿Resultado? Perdemos fuerzas, aliento, gastamos tiempo y el tiempo es dinero, pero junto a ello perdemos algo mucho más importante que el dinero... perdemos esperanza. Tal vez en uno de esos gritos solidario, absoluto y demoledor, logremos nuestro gran triunfo, ese por el que tanto luchamos: aplazar un tiempo más una agonía...

Porque no por gritar dejamos de estar agónicos y encima la agonía no es rápida sino, con nuestro grito, más lenta, eso sí, con muchísimas más razones que nos protegen y nos asisten legalmente, por supuesto, siempre es mejor un grito trajeado, dónde va a parar la diferencia entre un grito vulgar y uno que esté bien documentado, ¿verdad?.

Pero la verdad es que anímicamente lo único que nos viste es una camisa de triunfos con un pantalón de fracasos. No comprendemos que el camino del grito ya no es la mejor manera de defendernos, de ser justos, de promover esperanza, de recrear nuestor futuro dañado. Creemos que el grito es la marca a hierro de nuestros derechos y la sólida base y firma de nuestros argumentos. Pero, a mi modo de verlo, no es una buena verdad.

El grito es aire, aire muy muy enfadado es cierto, pero aire. Palabra que hace mucho ruido, pero palabra, es decir, letras dispuestas en un orden establecido, letras quer pueden cambiarse de orden y resultar absurdas. Letras que no se comen, y lo más importante, letras que no nos visten, ni nos construyen un techo, ni tampoco nos dan de comer.

Se nos sigue olvidando que todo lo que hemos recibido nos ha llegado porque otros lo lucharon antes, no comimos con sus gritos, sino con su esfuerzo, trabajando y muchas horas y muy duro y con mucho esfuerzo, incluso con hambre, tan solo para que cuando nosotros llegáramos... ya no tuviéramos que gritar.

Pero nosotros, que nos sentimos ahora tan llenos de derechos, hacemos lo mismo, gritamos.

No nos preparamos, no estudiamos más, nos abandonamos al grito ancestral y desesperado. Queremos que nos escuchen... no importa el motivo, no importa el qué, solo que nos escuchen bien cómo gritamos. Despilfarramos la voz y el dinero, al parecer son tiempos de abandono y despilfarro. No afrontamos el hecho de que esta vida es pura lucha continua, que no nos podemos quedar estancados, dormidos, ni apaciguados, ni calmos. Que hay que estar vivos y seguir adelante y salir adelante y que el estar cada vez más preparados es el verdadero camino para que nadie pisotee de verdad nuestros derechos, para que nos confundan ni nos engañen, porque el único derecho incuestionable que tenemos en nuestra vida es nuestra capacidad para querer prepararnos, para estudiar, para informarnos, para conocer más, para poder actuar mejor.

Si echamos la vista atrás, ¿qué nos han dejado las anteriores generaciones? el camino abierto y cada día más llano a poseer cada vez más información, más conocimiento. Nuestros padres lucharon y muy duro para darnos ese derecho, para que nosotros pudiéramos estar más preparados que ellos. No lucharon para que gritáramos en la calle como ya lo hicieron ellos, sino para que tengamos la oportunidad de conseguir lo que ellos no tuvieron, la preparación, la información, el aumento progresivo de conocimiento, la capacidad de maniobra suficiente para que nadie pueda realmente pisar lo único que nadie puede quitarnos: nuestro conocimiento, y con él asegurar ese futuro incierto, simplemente por estar cada vez más preparados.

Y con la preparación llega algo verdaderamente incuestionable, la inteligencia. Porque el aumento de inteligencia es también un aprendizaje. Porque la suma de nuestra inteligencia base más nuestra inteligencia cristalizada (fruto de la experiencia) es nuestra mejor herramienta para ser cada día más capaces, para destacar. Porque más preparados somos más listos, simplemente porque destacamos de aquellos que solo creen en gritos como forma de hacer un mundo más justo para todos y salir adelante y comer mejor. Porque preparados somos más listos y siendo más listos no nos importan las listas, no nos cohiben ni amedrentan los números ni los recortes, nos asisten y nos envuelven y nos alientan las actitudes, porque preparados sabemos cómo y dónde poner el acento para que no se cometan injusticias con nosotros. Porque el mundo se nos abre a nuevas oportunidades, nuestros padres lo sabían, por eso quisieron dejarnos, como fruto de su esfuerzo, un futuro mejor. Ahora podemos gritar.. ¿para decirles que no lo han logrado?

Así que tenemos dos opciones, gritar y gritar como ya lo hicieron nuestros antepasados o prepararnos, ser competitivos, estudiar, ampliar estudios, idiomas, capacidades, conocimientos, abrirnos la mente y el mundo. Tan solo uno de esos dos caminos lleva a un futuro más tranquilizador, un futuro en el que nadie tenga ni argumento ni capacidad para cohibirnos, asustarnos, ni mucho menos... manejarnos.

Nuestros antepasados no gritaron para que nosotros ahora continuemos gritando. Este puede ser un mundo de gritos hereditarios convincentemente indignados o UN MUNDO MÁS INTELIGENTE... de preparados. Son tiempos difíciles, hasta para tomar las decisiones más acertadas, pueden ser tiempos iguales a otros, o tiempos más preparados. Cada uno decide.

Tal y como yo lo veo, ante un grito trajeado yo prefiero abrir un libro y aprender más... preparada, lista y...

la siguiente palabra la podré poner con total honestidad.

Cristina Mena

jueves, 30 de junio de 2011

Para recuperar aliento

Hace unos días ha llegado a mi buzón un texto precioso y deseo compartirlo aquí, con todo el que desee leer algo bonito y esperanzador durante un rato. Un abrazo a todos.


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Desiderata

Camina plácidamente entre el ruido y la prisa,
y recuerda qué paz puede haber en el silencio.
En la medida de lo posible y sin traicionarte
procura vivir en buenos términos con todo aquel que te rodea.
Di tu verdad tranquila y claramente;
y escucha a los demás,
incluso al aburrido y al ignorante;
ellos también tienen una historia que contar.

Evita a los ruidosos y a los agresivos,
ellos afligen al espíritu.
Si te comparas con otras personas,
puedes tornarte vanidoso y amargo;
porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus logros y también de tus planes.

Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea;
es una verdadera posesión en las cambiantes fortunas del tiempo.
Sé cuidadoso en los negocios;
pues el mundo está lleno de trampas.
Pero no dejes que ésto te ciegue a la virtud del mundo;
muchas personas luchan por grandes ideales;
y en todas partes la vida está llena de heroísmo.

Sé tú mismo.
En especial, no finjas afecto.
Tampoco seas cínico ante el amor;
porque frente a la aridez y al desencanto,
el amor es perenne como la hierba.

Toma con serenidad el consejo de los años,
y renuncia grácilmente a los dones de la juventud.
Nutre la fuerza del espíritu para protegerte de las desgracias inesperadas,
pero no te crees falsos fantasmas.
Muchos miedos nacen de la fatiga y la soledad.
Sin olvidar una justa disciplina,
sé amable contigo mismo.

Eres un hijo del Universo,
no menos que los árboles y las estrellas;
tienes derecho a estar aquí.
Y no importa si te resulta evidente o no,
no hay duda de que el Universo se está desarrollando como debe.

Por ello procura estar en paz con Dios,
de la manera en que lo concibas,
y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones,
mantén la paz en tu espíritu en la ruidosa confusión de la vida.

A pesar del trabajo duro, las falsas esperanzas y los sueños rotos,
este sigue siendo un mundo hermoso.
Procura estar alegre.
Lucha por ser feliz.

Max Ehrmann, 1927


miércoles, 8 de junio de 2011

Tu gran regalo

Hoy como día especial que es, quise hacerte un regalo.

Primeramente pensé, es una persona muy grande debe ser un gran regalo. Pero al ponerme a sacar ideas me asaltó una gran pregunta: ¿qué es un gran regalo para alguien a quién no le gustan las cosas muy grandes?

Entonces pensé que sería más apropiado un gran escrito. Pero apenas empezé a redactarlo me detuve y me dije: ¿qué se puede escribir realmente que, al leerlo, resulte grande?

Creí entonces que si creaba una gran frase, una frase extraordinaria, especial, intensa, directa al corazón, eso sí que sería un gran regalo muy apropiado para una persona grande. Pensé y pensé, hay por ahí frases tan bonitas, cualquiera que yo dijera o pensara no iba a ser tan grande...

Desesperada e indecisa decidí aplazarlo y me fui a comer.

Por el camino vi a un pobre pidiendo muy humildemente y pensé: qué suerte tengo en mi vida, yo no tengo que ponerme de rodillas si necesito algo. Unos pasos más adelante una persona trató de que me apuntara a un grupo solidario: qué suerte tengo en mi vida, volví a pensar, nadie tiene que pedir por mi en una calle. Entré en unos grandes almacenes para comer algo y vi a dos personas que parecían perdidas, eran extranjeras y querían ir a la sexta planta, se lo indiqué en su idioma, me lo agradecieron, al marchar pensé: qué suerte tengo de que me hayan enseñado cómo comunicarme. Mientras comía me fijé en una camarera, con su sonrisa iba y venía atravesando un largo mostrador, atendiendo, poniendo y recogiendo platos, ¡no paraba!, en toda la hora que estuve yo allí, ni un minuto tuvo de descanso. Qué cansado debe ser pensé, ¡qué suerte tengo!, mi trabajo es mucho más descansado y cómodo.

Ya delante del café saqué una pequeña libretita y comencé a escribir mis pensamientos sobre todo esto.

Entonces recordé, siempre me dices que para ti el regalo más grande que yo pudiera hacerte es uno de mis escritos.

Así que recogí todas las letras decidida a ponerlas en mi blog a modo de regalo, y a punto estaba de subirlo cuando dudé:

¿entenderá realmente cuál es ese regalo grande que quiero hacerle?

Convencida de que las palabras confunden mucho y se instalan en parcelas del pensamiento que a veces no son hacia las que van dirigidas pensé: mira, mejor me dejo de profundidades en letras y le hago un regalo pequeñito y práctico que también le gustará.

Pero...

¡¡no sé qué paso!!, no sé si calcule mal el tamaño o el peso, solo eran 39 MB pero parece ser ¡¡que no caben!!

Así que ya me he dado por vencida, te dejo este escrito, una foto de mi regalo y decirte que un pequeño detalle te está esperando en casa.




Metidito en tu regalo: un PENDRIVE con forma de osito pinchado en un puerto USB, porque en esta vida, jamás lo dudes, las apariencias siempre engañan. :-)




!!Felicidades!! - 08/06/2011



martes, 3 de mayo de 2011

El Sol de los sueños cumplidos

28-04-2011


Al frente el Sol de los sueños cumplidos.

Los árboles engalanados con sonrisas de hoja perenne dejaban entrever que ese sería un gran día. El Sol, a modo de sombrero, se inclinaba unos minutos elegantemente sobre la cima, observando con placidez como la vida le entregaba el futuro... al destino.

Dos manos se entrelazaron en un lento paseo de flores por la boca, comenzó a despertarse un beso en el centro mismo de dos latidos.

Por debajo de sus pies se iba abriendo, sin saberlo, un camino compartido.

Fue un ceremonia preciosa, todos alababan las sedas de paz que ella llevó por vestido y el generoso gesto de él por el cielo bendecido. El Sol se hinchó, iba de padrino.

A sus espaldas quedaban ya años inciertos, deudas de dudas, obligaciones de dolor, fantasmas de retrasos y compromisos perdidos, convertido todo con sencillez y bondad... en préstamos ya pagados y por estar pagados... vencidos.

Ella no pudo olvidarse... y lanzó un beso al Sol, parecía ir sin rumbo, pero un copo de nieve blanca era su destino.

Bendita la luz... que hizo de testigo.

lunes, 11 de abril de 2011

Los dos caminos

Un buen día se reunieron dos sabios y se pusieron a discutir sobre cual de los dos caminos de la vida era el que debía seguirse para ser feliz.

El primer sabio dijo: - yo escogería un camino fácil, normal, sin altibajos, que se sepa siempre por donde se va, sin líos y que todo sea muy llano y muy sencillo. Un camino en el que no haya dificultades, qe sea cómodo de andar, así nunca me llevaré sorpresas y todo en el camino siempre será normal y asequible.

El segundo sabio dijo: -yo sin embargo prefiero elegir un camino más complicado porque al no estar muy transitado tendrá un paisaje más cuidado, más especial, algo que no haya visto todo el mundo porque no todo el mundo lo recorrerá, un camino con más dificultades, es cierto, pero con la enorme recompensa de que pocos lo han disfrutado, por que pocos son capaces de apreciarlo.

Los dos sabios siguieron explicando su postura sin llegar a ponerse de acuerdo en una opción u otra ni acercarse siquiera a una postura intermedia.

Seguían imbuidos en su particular discusión cuando llegaron a una encrucijada en la vereda del camino por el que transitaban. Allí en el centro de la senda encontraron a un niño.

El primer sabio dijo:
- Este niño resolverá nuestro gran dilema, veamos qué rumbo toma: si elige el camino que discurre por entre esos campos su senda sería cómoda y llana, siendo niño, no sería de extrañar que busque una ruta sencilla y acorde con sus limitaciones; si por el contrario elige el que se puebla de arbustos y zarzas deberá atravesar más dificultades, pero ya se sabe que los niños siempre son más atrevidos, si tiene mente abierta puede que escoja ese camino lleno de aventuras e improvisaciones, esperemos a ver cual es su decisión - concluyó el sabio.

Pero el niño no sabiendo por cual decidirse se quedó parado en medio sin avanzar por ninguno mirando hacia los dos caminos con cara de preocupación. Pasados unos minutos los dos sabios se le acercaron y uno de ellos dijo: - ¿porqué no continuas avanzando? - y el niño respondió con ilusionada ingenuidad: - es que ambos caminos me asustan porque no sé qué hay detrás de ellos, no sé qué se esconde detrás de aquel inmenso campo, parece muy llano pero ¿y si se hace muy extenso? ¿y si me canso de andar siempre lo mismo? ¿y si al final me aburre? ¿y si no sé cómo volver atrás?; no, no puedo ir por ese camino... pero tampoco veo lo que puede esperarme tras esas zarzas y quizá sea peligroso o complicado de atravesar, ¿y si me hago daño? ¿y si aparece un monstruo y me come? ¿y si lo emocionante al final es demasiado confuso, dificil?. Uy,no sé que hacer, creo que mejor me estaré quieto o daré media vuelta, ¡no sé qué camino tomar!

- Pero has de elegir uno de los caminos - le recomendó uno de los sabios, - es imposible seguir por los dos y es muy necio desandar lo andado hasta ahora, ¿qué sentido tiene? has de tomar aquel camino que más se identifique contigo, ¿cual tomarías?

No sé repitió el niño, es que no sé.... de veras yo no sé cual tomar... si por mi fuera... se aventuró a decir el niño en un alarde de entusiasmo, ¡me convertiría en gigante! para así poder dar zancadas tanto por un camino como por el otro, así vería todos los peligros y cuando un camino me aburriera saltaría de una enorme zancada al otro y cuando el otro me asustara haría lo mismo y con grandes saltos podría estar siempre a salvo de cualquier peligro, siendo gigante solo tendría que cambiar de camino si las cosas no me gustaran o fueran mal. O si no, tal vez podría ser un enorme pájaro que volara y...

Ambos sabios se miraron avergonzados y comprendiendo la sabia lección que sin saberlo les daba aquel niño sin mediar palabra se separaron y cada uno siguió avanzando por su camino elegido. Allí en medio quedó el niño, confuso, paralizado y volviendo la vista hacia atrás, hacia un lado, hacia el otro.

Y mientras los sabios con paso firme se separaban y proseguían en silencio su camino escogido, a lo lejos, como en un eco se oía una voz infantil, atudida, temblorosa... ¿qué camino tomo? ¿qué me aconsejáis? pero ¿qué camino tomo?, ¡por favor! no os vayáis, yo sólo no puedo elegir...decidme por favor... ¿mejor me quedo quieto? ¡aún soy un niño!


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Es una postura muy humana paralizarse ante una encrucijada y no seguir avanzando por ningún camino o dar media vuelta y regresar a ninguna parte, pero la verdad es que ambos caminos son lícitos para alcanzar la felicidad, sólo hay que querer avanzar por uno de ellos con firmeza, solo hay que apostar por uno y seguir el camino.

No es de sabios poner las decisiones importantes de la propia vida en la inmadurez de alguien que duda, se paraliza o desanda lo recorrido, tal vez, porque aún no haya crecido.

Solo cuando se crece... con firmeza, sin temor y sin previo aviso, se sabe escoger camino.

sábado, 26 de febrero de 2011

Los héroes y los villanos de los cuentos

Los héroes en los cuentos, son las personas anónimas, que con lealtad se mantienen tanto en los buenos como en los malos momentos. Se sacrifican, se compadecen de los demás, se enfrentan a las injusticias, se cuestionan y se duelen con las maneras encubiertas de los demás, tienen defectos por eso a veces se rebelan de forma errónea, piden perdón con su corazón en la mano y sufren con sinceridad sus equivocaciones, y mantienen la esperanza de que todo cambie un día mientras continuan creciendo por dentro, para avanzar por fuera.

Son los personajes de cuentos extraordinarios, de historias grandes y superadas, son el reflejo de una inquietud constante por conocer nuevos valores, nuevos principios, nuevos caminos en su búsqueda constante de la felicidad, tratando de no hacer daño a los demás.

Pero en los cuentos también hay villanos, son personas de muchos tipos, personajes de gesto interior duro, que afianzan en la debilidad de los demás sus propias flaquezas humanas. Se encargan de desgarrar, de romper en pedazos de hipocresías, todo lo que es auténtico y por ser auténtico, especial. Son los que se aprovechan, los que manipulan, los que destruyen la bondad y la esperanza de los demás, los que imponen sus egoismos tratando de anular cualquier atisbo de inocencia, de esperanza, de verdad o se presentan ante los demás cómo injustas víctimas de historias dañinas que les han hundido, que les han paralizado, imposibles de superar.

Los héroes, en los cuentos, son silenciosos, incomprendidos, son torpes en sus inicios, tan solo triunfan en pocas líneas, no se conocen bien hasta el final, mientras los villanos están presentes en el día a día, llamativos y destacados acorralan a sus presas formando círculo de lealtades con los demás, tratan de agrupar en torno a ellos a quienes consideran sus iguales, se apropian de las ideas de otros para exhibirlas como propias deformándolas con su vanidad, se mantienen en lo más alto de las injusticias que provocan y a lo largo de su historia van obteniendo entre victimismos, lástimas y mediocridades, sonoros méritos por sus villanías.

Y esta vida, realmente, es como un cuento, un compendio de pequeños capítulos variados que conforman una historia completa y final.

La experiencia en cambio me ha demostrado, para todos aquellos que no creen en los cuentos, que en las páginas finales de cualquier historia, no entre líneas, sino de forma clara y contundente, se descubre la verdad, quiénes son los héroes y los villanos de cada historia de vida.


Tan solo hay que ir pasando página... todo cuento tiene un final.

domingo, 30 de enero de 2011

El cuento aburrido

Había una vez un país mágico en el que vivían hadas, duendes y mil seres fantásticos de bellos colores y bellas formas que...

- Ese es un empiece de cuento aburrido ¿no hay ogros?
- No, no hay ogros.
- Entonces no me gusta el cuento, empieza otro.

- Había una vez un bosque enorme lleno de animalitos que vivían felices...
- Buah, ese ya me le sé. y luego se incendia el bosque y todos tienen que huir y buscarse una nueva casa. Buf, muy aburrido, otro más.

Había una vez un lindo gorrión que vivía en un nido construido en lo alto de un árbol.
- Vaya, ja, ja, otro cuento de pájaros... ¿es qué no te sabes alguno que sea más emocionante?, eso es algo tremendamente aburrrido, ¿no te sabes alguno más movidito?

- Hummm, veamos, déjame que piense... ah ya lo tengo...

- Había una vez un niño que no creía en los cuentos... ¿sigo?
- Eh, sí, la verdad es que ese no sé cual es, sigue, sigue.
- Pues como digo, había una vez un niño que no creía en los cuentos. Su mamá intentaba siempre dormirle leyéndole alguna historia fanstástica pero él siempre la interrumpía, no la dejaba terminar pues se sabía casi todas las historia, al ser un niño que no creía en los cuentos, se los había leído todos y como cada uno de ellos tenía una parte que podía ser vivida como real pues ninguno le parecía hermoso, todos le aburrían...
- Je, lo entiendo, me hago cargo, - interrumpió el niño, - sé cómo puede sentirse ese niño.
- No interrumpas que sigo...

Pero de repente sonó el timbre de la puerta y la mamá interrumpió su cuento para ir a abrir. Era un vendedor de libros.

-Buenas, traigo los últimos ejemplares de unos fantásticos cuentos que van a gustarle mucho a su pequeño, - dijo el vendedor dirigiéndose al niño que con la curiosidad había bajado a la puerta y estaba en ese momento agarrado a las faldas de su madre.

- ¿Van a gustarme, seguro?, - interrogó el niño frunciendo el ceño en tono de desconfianza.
- Uy, si, seguro, ¿quieres uno?.
- Bueno, - dijo el pequeño.

El vendedor sacó un pequeño libro que parecía tener muy poquitas hojas y se lo dio al niño. Mientras el pequeño lo tomaba entre sus manos la mamá pagó el precio que marcaba. El niño al abrirlo se quedó asombrado pues en sus hojas no había escrito... ¡nada!

- Oye que aquí no hay nada escrito, ¿me estás tomando el pelo?, - le dijo el pequeño al vendedor.
- No, ¡qué va!, como digo son libros especiales, verás son libros que se van escribiendo ellos solos a medida que van pasando los días.

La madre miró con enfado al vendedor tratando de advertir si se trataba de una broma pero el niño creyendo en sus palabras con emoción le preguntó:

- ¿Cómo? ¿cómo se escribe?
- Cuando llegue la noche tú, vuelve a abrir el libro y verás escrita la primera hoja.

Ante la imposibilidad de que el niño devolviera el libro la madre le cerró la puerta al vendedor un poco mosqueada pero sin decirle ya nada más, pues el niño para entonces ya había subido a su cuarto con el libro. Se sentó en la cama y esperó y esperó y esperó hasta que se hiciera de noche...

Llegando la noche el niño andaba ya muy impaciente pues quería ver rápidamente si lo que aquel vendedor decía era así. Después de cenar cuando llegó la hora de acostarse, con manitas temblorosas abrió su libro y cual no sería sorpresa al ver que en letras muy grandes en la primera hoja estaba escrita la palabra "aburrido". El niño se quedó pensativo.


Por un lado era mágica la forma en que se había escrito esa palabra pero por otro ¿cómo un cuento iba a empezar por la palabra aburrido? eso no tenía mucho sentido, más bien parecía un insulto que un empiece. Pero puesto que se había quedado prendado de cómo se había escrito mágicamente aquella palabra decidió esperar al día siguiente a ver qué era lo que se escribía de nuevo en aquel libro.

Así, al llegar la noche siguiente el niño abrió el libro por la segunda hoja. Su cara se quedó sorprendida, en letras más grandes aún que en la primera hoja estaban las palabras "muy aburrido". - Esto es increible, - se dijo el niño un poco molesto, este libro se escribe solo pero no escribe un cuento, solo pone palabras y parece que las repite ¿qué querrá decirme?

Curioso como era se dijo: - esperaré a mañana y si en el libro no aparece algo que yo entienda buscaré a ese vendedor y le pediré explicaciones, esto ya no me está gustando nada.

A la noche siguiente en la tercera hoja aparecieron unas palabras más grandes aún: "tremendamente aburrido".

- ¡Bueno, ya está bien!, se enfadó el niño, este libro no escribe un cuento, solo parece que me insulta,¡ esto es inaudito! mañana mismo voy a por ese vendedor a decirle cuatro cosas.

Al día siguiente el niño se vistió a toda prisa y se fue en busca del vendedor al que recordaba haber visto en la pequeña plaza de su pueblo como vendedor ambulante, - me va a oir, - se decía cada vez más enojado.

Al llegar a la plaza al fondo divisó a aquel señor que le había dado el libro. Al llegar hasta él le dijo sin opción ni que le saludarae si quiera: - este libro es un fraude, ¡es un fraude!

- ¿Porqué? - le preguntó el vendedor con mucha tranquilidad.
- He hecho como me dijiste pero cada día que pasa cuando voy por la noche a mirar solo está escrita la palabra aburrido, y al día siguiente, ¡mira!, - dijo el niño mostrandole al vendedor su libro por la segunda hoja, - ¿lo ves? pone muy aburrido... y ¡mira la tercera hoja! en ella pone tremendamente aburrrido. ¡Devuélvele el dinero a mi mamá!, ¡eres un mentiroso! - dijo el niño haciendo pucheros.
- No, - le dijo el vendedor muy firme, - yo te dije que ese libro se escribía solo y eso es cierto, así que yo he cumplido... yo no te he mentido.

Tras un breve silencio el vendedor miró con más tranquilidad al pequeño y le dijo observando el libro:
- bueno, tal vez este ejemplar sea de los que escriben cuentos con verdades, tal vez sea solamente que eres aburrido y no sabe qué más escribir, ¿no te parece?.

El niño se quedó de piedra al escuchar a ese hombre y mirando el libro como embobado lo fue cerrando lentamente un poco avergonzando.

- Trata de tener un día más completo, haz más cosas, tal vez el libro se anime y escriba algo que te agrade más, - le aconsejó el viejo sin darle mayor importancia al hecho y proseguiendo con su venta.

El niño que ya no sabía qué más decir, giró sobre sus pasos y se marchó con la cabeza baja y muy pensativo. Al llegar a su casa posó el libro con tristeza. - ¿Qué te pasa? - le dijo su hermanito al verlo con el semblante tan abatido.
- Nada, es este libro que me dice que soy aburrido, protestó el niño.

El hermano se echó a reir.

- Pero qué dices... ¿un libro que te llama aburrido?.
- Sí, le dijo el niño, mira lo que me ha pasado.

Entonces el niño comenzó a contarle a su hermano todo la historia que había vivido, lo del vendedor, como pasó esos tres días pendiente de lo que se escribía en ese libro mágico, las plabras que se iban escribiendo cada día...

El hermano escuchándole atentamente cada vez abría más y más la boca con admiración, hasta que al final dijo: - ohhhh, ¡acabas de contarme una aventura apasionante!, ¡qué tonto eres! y ¿tú pensando que eres aburrrido???

Aquella noche al volver a abrir el libro por la cuarta hoja... en aquel libro... ¡¡había escritas muchas palabras!!! estaba escrita una historia... que comenzaba así:

Había una vez un niño al que no le gustaban los cuentos... hasta que un buen día un cuento se atrevió a llamarle...

¡aburrrido!.

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La gran magia de un cuento no son las palabras que contiene... ni la historia escrita, la gran magia de un cuento es la persona que lo lee, el mundo desde el que lo lee, lo que se guarda para sus adentros, lo que le transmite.

Tan solo con esas sensaciones puras se puede escribir un cuento.
Entre las palabras escritas y los silencios leidos está la magia de un cuento.
Y los cuentos están para ser contados.