jueves, 1 de diciembre de 2011

La jugada maestra y la sabiduría

Me gusta jugar al ajedrez, es un juego apasionante en el que se ponen a prueba muchas facultades de las personas, la visión, la perspicacia, la intuición, la agilidad de pensamiento, la estrategia, la inteligencia, la coordinación, la psicología de conducta, etc.
La vida, al fin y al cabo, es también como una partida de ajedrez.
Para cada una de las circunstancias importantes de esta vida siempre hay y habrá una nueva partida. Pero con los años y la experiencia yo me he ido dando cuenta de que siempre se realizan las mismas jugadas y con unos mismos tipos de jugadores.

Hay un tipo de jugadores, principiantes, que solo aprecian las jugadas más inmediatas, creen en ellas y se posicionan. Luego solo juegan defendiéndose de todo el resto de jugadas que se van sucediendo, sin entender porqué discurre el juego de esa manera. Finalmente se repliegan y se dejan vencer.

Hay otro tipo de jugador más avanzado o simplemente más avispado, que cree advertir la intención del adversario desde las primeras jugadas, se posiciona con prudencia y va esquivando el resto de jugadas, le termina perturbando el aplomo de su rival y se acerca al final con pura espontaneidad y pánico, al no comprender como el juego no se ha desarrrollado tal como pensaba.

Luego están otro tipo de jugadores ya más profesionales, esos no solo ven las primeras jugadas mientras van pensando en las que harán después, advierten también los siguientes movimientos del adversario, van despacio, cubriendo sus piezas, no dejando ni una sola pieza clave sin defensa y llegado el momento, cuando imaginan la partida segura y ganada, ya no les importa descubrir su estrategia pensando que ya nada puede cambiar. Pero, a veces, se equivocan y una jugada inesperada por pura rabia de un contrario caótico o a la desesperada, les deseliquibra. Quizá ganen, pero sudan.

El tipo de jugadores plenamente profesionales son los más envidiados por su alta capacidad, mantienen un ataque tan constante y sosegado que muy pocos son capaces mentalmente de resistirles.

Finalmente, quiero creerlo, debe de haber un tipo de jugador, el jugador maestro, yo no lo he visto nunca. Debe ser un jugador principalmente seguro de sí mismo, lo que ya resulta muy complicado de encontrar. A cada nueva jugada ha de tener muy claro cómo actuar. Desde una posición mental privilegiada, no es que sepa que va a ganar a su contrario, ni que crea que tiene las mejores piezas o el mejor posicionamiento. No es nada de eso. Es tan solo que sea jugador maestro porque no le importe ni ganar ni perder.

Esta vida siempre parece un juego que hay que ganar. Nos dicen que ser mejor que el otro es la mejor manera de triunfar. Pero no es cierto. La mejor manera de salir adelante en una vida, que siempre es algo temporal, es estar seguro de lo que es, nuestro yo, mientras vivamos con esa consciencia, será lo único que nos será perenne.

Nadie sale ileso en cualquier lucha, así que es absurdo pelear si el resultado es pura y simplemente quedar mal herido.

Haz tu vida o tu trabajo lo mejor que puedas y sepas, no busques ganar creyendo que eso será definitivo, no existe nada definitivo, ni tan siquiera eso nos sobrevivirá, pelea por lo que consideras justo sin intimidar a los demás, eso no es juego limpio, vive la vida como si en ella no hubiera perdedores ni ganadores. Lo más bonito y lo más sereno para un espíritu en paz es imaginar que siempre, seas buen o mal jugador de ajedrez, quedas en tablas, porque la vida si se torna larga, en cada nueva jugada inesperada ya se encarga de decírtelo.

Ojala un día llegue a ser jugador maestro de ajedrez, sé que aún me queda aprender mucho y ni idea de si llegaré a tener el privilegio de conseguirlo, pero seguiré intentándolo.

Ah, se me olvidaba, existe un tipo de jugador extraño, un jugador que yo hasta ahora ni me imaginaba que podía existir, un jugador que me ha dejado flipada, se trata de mi sobrina de 10 años, cuando jugamos al ajedrez sabe con total seguridad que ella no va ganar, simplemente porque es muy consciente de que aún es pequeña, entonces simplemente me dice: venga, agiliza la partida y gáname de una vez que esto resulta pesado, se pierde mucho el tiempo y me aburro.

La infancia: todo un ejemplo de sabiduría, en serio.

:-)

7 comentarios:

Yahaira Julissa dijo...

Querida Cristina. Estamos en este puente de luz. Lástima que el tiempo nos separe. Gracias por hacerme recordar mis sueños, siempre necesitamos que alguien nos recuerde en lo que somos buenos. Besos querida amiga.
Gracias por estar ahí y también te deseo una feliz navidad. Cuídate mucho.

Yahaira Julissa dijo...

Nos estamos visitando y gracias por ser como eres. Un beso.

Anónimo dijo...

Buenos dias, y gracias por el comentario seguiremos intentado "colgar" imagnes que remuevan un poco la imaginación.

Kpax

José Manuel Pérez dijo...

Hola Cris, me alegra sabe de ti, gracias por tu visita y tus palabras siempre tan constructivas, espero que te vaya todo bien, como dices la vida es un juego no siempre salen las jugadas pero hay que mirar siempre todas las cosas positivas que nos rodean y que a veces no somos consciente de apreciar y darles su verdadera importancia. Gracias por tu felicitación que por mi parte también te transmito, que de verdad pases unas felices fiestas y que 2.012 te aporte muchas cosas buenas. Un abrazo y a seguir creando.

alfonso dijo...


· Yo debo tener unos diez años, tal vez diez y cuarto.
La vida si que es una partida de ajedrez... pero especial. No se sabe nada acerca del tablero y sus límites. Las piezas se metamorfosean y se mueven anárquicamente en todas direcciones, llegando a estar en muchos puntos a la vez. Tampoco se sabe nada acerca del final, o de los finales múltiples y simultáneos. Por último, no hay árbitro para la ingente cantidad de jugadores.
... pero en ello estamos

· copitos de nieve cálida

CR & LMA
________________________________
·

Olga i Carles (http://bellesaharmonia.blogspot.com dijo...

La vida es ese juego infantil, sensible, perspicáz e intuitivo...



Gracisa.
Un abrazo.

Neosoma dijo...

En mi opinión no importa el final, sino la esencia de cada jugada. Cada movimiento es una partida en sí misma.

Si mueves con lucidez, serás capaz de disfrutar del movimiento, realizándote por completo.

Dado que no puedes mover en el futuro, ni rectificar movimientos pasados, la clave está en concentrarse en cada movimiento, y vivirlo plenamente.

Eh ahí el poder del presente.

Un cálido abrazo,
un servidor del presente