martes, 31 de julio de 2007

La cajita de los deseos...



Escapar-Moby_y_Amaral

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- ¿Qué tienes ahí?
- Es mi cajita de deseos, - dijo una niña sonriendo.
- ¿Y qué hay en ella?
- Pues mis deseos, ¿qué va a haber?, vaya pregunta más tonta.
- Me refiero a qué deseos, no seas tan listilla, dime ¿qué deseos guardas?.
- En realidad solo guardo uno, porque solo tengo uno... pero es un deseo muy muy muy muy grande.
- ¿Muy grande y lo guardas en una cajita tan pequeña?, a ver y dime, ¿cual es?
- Mi deseo es... ¡ser feliz!- Hale, ¿no podías haber buscado algo más sencillito más cercano?
- ¿Como qué?
- Pues no sé un deseo de esos que puedan llegar a cumplirse, eso que dices es como muy general, ¿no?
- Ah, no, qué va, es muy concreto mi deseo, dijo la niña ampliando su sonrisa infantil.
- ¿Cómo va a ser concreto el deseo de ser feliz?, eso es como muy impreciso, no dice nada, eso lo desea todo el mundo, además nadie sabe cómo se consigue, así que una niña como tú pues menos, sentenció el pequeño.
- Yo sí lo sé, ¡claro que lo sé! yo lo tengo aquí guardado, en mi cajita... dijo la niña de forma inocente.
- Pero ¿cómo vas a tener guardado en tu cajita ese deseo?, no seas loca, eso no es posible.
- Claro que sí ¿te gustaría verlo?
El niño, con actitud prudente pero corazón curioso, dijo:

- Bueno, vale, a ver enseñáme qué tienes en la cajta, enséñame tu deseo.

La niña abrió la caja, dentro de ella había una pequeña almohada de plumas blancas...

- ¿Una almohada?, ja, ja, ja, ¿esa es tu forma de definir la felicidad?, ja, ja, ja, no me hagas reir más, mira que eres graciosa, ¡que loca estás!.

La niña se le quedó mirando boquiabierta y mirando su cajita con incertidumbre la fue cerrando lentamente y se sentó en una escalera.

El niño no paraba de reir, ella simplemente le observaba.

Después de una rato de risas, de repente el niño viendo a la niña sentada que seguía sin moverse, sin reirse ni decir nada, pensó que tal vez había sido desconsiderado por reirse de esa forma, pues parecía que ella no lo había tomado bien y entonces se acercó a ella y le dijo:

- Oye, perdona, lo siento, es que no podía evitarlo, al ver la almohada, las risas me han saltado como resortes, perdona ¿te ha molestado?
- No, pero no entiendo muy bien... ¿porqué te ríes?, - contestó la niña.
- ¿Qué porqué río?, hombre, no me negarás que simplificar la felicidad en una almohada resulta divertido... es que tienes cada cosa...
- Anda, pues entonces tú, dime... ¿cómo simplificarías la felicidad?
- ¿Yo?, - dijo el niño un poco inquieto pues no se imaginaba tal pregunta así, tan de repente, -pues, humm, veamos, yo... yo resumiría la felicidad, pues, no sé, en alegría, en risas, muchas risas y ¡muchas carcajadas!!.

Entonces la niña mirándole a los ojos esbozó una sonrisa y le dijo a su amigo con voz ilusionada:
- Ah, bueno, entonces no está todo perdido, tú también puedes tener una cajita de deseos y ya sé lo que puedes guardar en ella...
- ¿El qué?, - dijo el niño confundido.
- Pues tu deseo de ser feliz... - contestó la niña como si la respuesta fuera algo obvio.
- ¿Pero qué dices? sigo pensando que eso no se puede hacer, ¿cómo voy a guardar todo eso que te he dicho en una caja?
- Pues muy fácil, toma mi cajita... -dijo la niña tendiéndole en su mano su pequeña caja.
- ¿Y para que quiero yo tu cajita? ¿estás loca o qué te pasa?
- No, no estoy loca, te doy mi cajita para que la metas dentro de la tuya... te despertará una sonrisa siempre que la abras y así tendrás tu felicidad... tus risas, tu alegría y tus carcajadas.


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Que bello sería este mundo si cada vez que nos invade la tristeza o la desesperanza pudieramos coger una cajita de un ser querido y guardarla dentro de nuestra cajita de deseos. Aumentarían nuestros deseos... de ser felices.